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Los sitiados en Gorazde desarman a los soldados ucranios

El mando militar de la ONU protestó ayer ante el Gobierno de Sarajevo porque los soldados bosnios que defienden Gorazde, el último y mayor de los enclaves musulmanes en el este de Bosnia y el único que todavía resiste con vigor, han arrebatado a un contingente ucranio de 80 hombres allí destacado todas sus armas, vehículos y equipo, incluidos chalecos blindados y equipo de comunicaciones. Radio Sarajevo informaba de que el jefe de la fuerza ucrania en este enclave, cuya protección está encomendada mayoritariamente a fuerzas británicas, se ha pasado a los sitiadores serbios.La información sobre este presunto cambio de bando resultó imposible. de confirmar ante la ONU, que, en cambio, si. escuchó cómo un portavoz oficial de Kiev le reclamaba que hiciera todo lo posible para evacuar a sus cascos azules de los dos cercados enclaves.: "Ha llegado la hora de retirar inmediatamente las unidades ucranias de Zepa y Gorazde. Están desarmadas e indefensas. Si no se las retira, habrá una gran tragedia".

Los dirigentes de Pale -mientras esperan el desenlace de la reunión el viernes en Londres de el todo Occidente (ONU, OTAN, Unión Europea y Grupo de Contacto) para hablar sobre qué hacer o deshacer en Bosnia- están absolutamente convencidos, por que así se lo habría transmitido Moscú, de que no va a haber una intervención armada exterior.Ceremonia de confusión

Para que nada falte en la ceremonia de la confusión de las grandes potencias, Francia acusa a las autoridades musulmanas y croatas de la federación bosnia de torpedear el despliegue en su territorio de la denominada Fuerza de Intervención Rápida, un contingente de 12.000 hombres destinado a convertirse en el embrión de una fuerza mayor de combate capaz de impedir la caída de Gorazde o abrir por las bravas un corredor humanitario a Sarajevo.

Con Zepa caída como fruta madura, sólo un eventual empeño occidental por mantener a cualquier precio Gorazde como zona protegida o una decisión de Estados Unidos de levantar el embargo de armas al Gobierno bosnio pueden impedir que se den este mismo año las condiciones para negociar el final de la guerra a satisfacción de los radicales serbios. Con una sola incógnita, Sarajevo. Radovan Karadzic, el líder de los serbios de Bosnia, tiene muy claro lo que quiere para la capital cercada, según declaró a EL PAÍS el pasado fin de semana: la división en dos ciudades, una administrada por los serbios y otra por los musulmanes. Algo que el Gobierno bosnio ha reiterado que no consentirá jamás.

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