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EE UU no quiere más emigrantes

El Congreso y el Gobierno preparan una ley que cerrará las puertas del país más de 300.000 personas cada año

Antonio Caño

Miles de personas nacidas en las cuatro esquinas del mundo levantaron su mano derecha este 4 de julio para jurar lealtad a la bandera y a la Constitución de EE UU en esa simbólica jornada en que se celebra el nacimiento de esta nación de emigrantes. Llegar a ser ciudadano estadounidense sigue siendo la aspiración de millones de extranjeros que buscan aquí una nueva vida. Esa meta puede ser, sin embargo, un sueño inalcanzable dentro de MUY poco. El sentimiento contra el inmigrante se ha instalado de lleno entre la opinión pública estadounidense, y el Congreso y el Gobierno preparan un ley que cerraría las puertas del país a más de 300.000 personas cada año.Más del 65% de los norteamericanos, según una encuesta de Gallup para el diario USA Today y la cadena CNN, son partidarios de reducir drásticamente el número de inmigrantes. Esa cifra, que crece en los lugares donde la presencia de extranjeros es mayor, se ha convertido en una bomba política en Estados como California, Tejas y Florida, que serán decisivos para las elecciones presidenciales de 1996.

"En Los Ángeles, la situación es cercana a la guerra civil. México nos ha invadido. La inmigración masiva ha creado una situación dramática", afirma Glenn Spencer, dirigente del grupo Voces de Ciudadanos Unidos.

La clase política, inusualmente unida en este punto, ha trasladado ese mensaje a un proyecto de ley que pretende reducir el número de permisos de emigración anuales de los 830.000 de la actualidad a 550.000. Una comisión bipartidista de demócratas, y republicanos formuló esa propuesta el mes pasado, y el presidente Bill Clinton la ha respaldado, en contra de la, opinión de grupos humanitarios.

Explicando las razones que han. llevado a la comisión bipartidista a recomendar el recorte de la inmigración, Barbara Jordan, representante demócrata de Tejas, dijo, "En una era en la que los trabajadores no cualificados tienen muy pocas oportunidades a su alcance, la comisión no ve justificación para autorizar la entrada de esos trabajadores".

Ese argumento perjudica especialmente a los inmigrantes procedentes de países latinoamericanos. El 52% de los inmigrantes de México, con mucho el país de donde más personas llegan, se identifican como trabajadores manuales frente a sólo un 1% de los procedentes de India. Un 0,3% de los mexicanos que arriban a EE UU son ingenieros, mientras que un 25% de los inmigrantes indios dicen serlo.

Estados Unidos ya no es el país en expansión que era cuando se aprobó, en 1965, la ley que abría las puertas a los inmigrantes. El desarrollo tecnológico y las condiciones de la economía no son capaces de absorber los más de ocho millones de nuevos extranjeros que, de seguir al ritmo actual, se reunirían en EE UU en la década que concluye en el año 2000. Los norteamericanos tienen que competir hoy duramente por un puesto de trabajo, y esa competencia Puede hacerse aún mayor si se confirman los temores de recesión para los próximos meses.

En esas condiciones, incluso los inmigrantes que ya están instalados en ÉE UU se oponen a la política de puertas abiertas. Un 61% de los inmigrantes legales son partidarios, según la encuesta de Gallup, de la emisión de carnés que sirvan para distinguirles de los ilegales. Un 37% aprueban la construcción de un muro en la frontera con México, y un 35% respaldan la iniciativa, aprobada el año pasado en un referendum en California, de negar a los inmigrantes ilegales acceso a los servicios públicos básicos.

El referéndum de California fue un reflejo de un país que no cree tanto ya en el orgullo de ser tierra de acogida, sino en las necesidades inmediatas. "La inmigración se ve ahora desde otra perspectiva: cómo defender mejor los intereses de los ciudadanos norteamericanos", afirma Lamar Smith, presidente del subcomité de emigración de la Cámara de Representantes.

Esa posición se va a potenciar en la campaña electoral que ya está en marcha. El presidente Clinton fue capaz de llegar a un acuerdo con Cuba para devolver a ese país a los balseros porque era consciente de que una política firme contra esos inmigrantes ilegales es hoy mucho más popular en Florida que la defensa de la causa de la comunidad cubana, por muy poderosa que ésta sea.

Pete Wilson, actual gobernador de California, está preparando su candidatura presidencial con la esperanza de que su dura política contra los inmigrantes -él fue el promotor del referéndum de noviembre de 1994- lo convierta en una figura nacional. Para ganar en ese Estado, Bill Clinton va a tener que defender posturas antiinmigración tan radicales como las de Wilson.

Uno de los más famosos aspirantes a la denominación republicana para la candidatura presidencial, Pat Buchanan, exhibe argumentos racistas sin complejo y con alta rentabilidad en los sondeos de popularidad.

Este clima se refleja también en el comportamiento de los inmigrantes legales. Temerosos de que el sentimiento contra los extranjeros les llegue a afectar, los inmigrantes se precipitan en borrar su señas de identidad para americanizarse. Un 86% confiesa su intención de adquirir la nacionalidad estadounidense tan pronto como puedan.

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