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Reportaje:

Reparar la madera y la vida

Un grupo de hombres sin hogar busca una salida en el arreglo de muebles viejos

, Lijan la madera de los muebles viejos, la barnizan y vuelven a ensamblar las piezas desprendidas. A la vez intentan también reparar los parches que han ido surgiendo en sus vidas: desempleo, desarraigo, problemas afectivos y familiares, falta de techo.Un grupo de hombres alojados en el albergue de San Martín de Porres trabajan en un taller de restauración de muebles abierto hace nueve meses por esta entidad en la calle del Alción, 9, de Carabanchel. El objetivo es buscar una forma de autoempleo para salir adelante. En estos momentos son tres los carpinteros. Meses atrás hubo ocho. Los más jóvenes lo han dejado al encontrar otro trabajo. Otros se han cansado.

Julián, un madrileño de 54 años, siempre ha tenido familiaridad con las maderas, que durante años fueron su medio de vida. "¿Que si llevo muchos años sin hogar?, hombre, si una pensión es un hogar....", afirma sarcástico.

Desde hace una década combina las casas de huéspedes y los albergues para personas sin recursos.

"Cuando tengo dinero voy a una pensión, cuando no, a un albergue; alguna vez también me ha tocado dormir en la calle", explica este hombre, que prefiere guardar silencio sobre su vida afectiva. En abril llegó a San Martín de Porres y se apuntó al taller.

Él podía aportar sus conocimientos de la materia. Está contento, pero ve que, por ahora, con el dinero que ganan no podría iniciar una vida al margen del albergue. "Los jóvenes han conseguido trabajillos, pero con nuestra edad es muy dificil", concluye.

Fernando, un vasco de 42 años, también se da buena maña con los serruchos, aunque durante años ha vivido rodeado de las ovejas que pastoreaba. Residió en Zaragoza desde que tenía 24 años, en casa de un amigo, en pensiones, en refugios. Hace un mes recaló en Madrid. Tiene muchas reticencias hacia algunas entidades que, según él, "dicen que ayudan y lo que hacen es comerte el coco". Pero en este albergue asegura sentirse como en familia y está ilusionado con el taller. "A ver si funciona" desea.

El alquiler del local lo paga el albergue de San Martín de Porres, que, con ayudas institucionales y programas comunitarios, tiene en marcha otras experiencias de formación laboral para sus alojados. Los muebles los sacan de la basura o de particulares que se los dan. También realizan encargos.

Una cuarta parte de las ganancias las destinan a material y el resto se reparte entre ellos según los trabajos realizados.

Antes el pago era por estancia en el taller, pero ese sistema se reveló como negativo porque algunos acudían sin hacer nada, sólo por cobrar. Y el propósito es el contrario: apoyar el autoempleo sin fomentar el asistencialismo.

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