El buen pastor vasco
Como siempre, Aurelio Arteta ha demostrado la superioridad de la razón en el análisis de la realidad,que desnuda pudibundeces de comprensión que, en realidad, responden una vergonzosa, por noconfesada, justificación de la agresión. Son los mismos que cuando ven a una viejecita dándole paraguazos a un mocito de 20 años que la golpea no ayudan a la vieja por si acaso ella empezó el conflicto aunque no siempre con suficiente claridad, son muchos los casos en
los que resulta claro quien es el agresor y quién, el agredido, quién
abusó y quién soporta, quién golpea con ventaja y quién, porque se
deja, es la víctima propiciatoría.
Sólo enfrentando al violento a su propia violencia se le puede recuperar, cuando decide volver al diálogo como forma de convivencia. Callarse ante la evidencia es complicidad, aunque se disfrace de prudencia o, peor aún, se reclame la presunción de inocencia para el agresor- .
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