Respeto a los demás

No cabe duda de que España es un país singularmente libre, democrático. Sorprendido en Nueva York un periodista español al pinchar el teléfono de un famoso, respondió asombrado que eso en España era corriente (hasta el Cesid lo hace, en defensa de la democracia, recordémoslo).Por raro que aún pueda sonarnos, la democracia consiste precisamente en el respeto a los demás, a las minorías, a todos y cada uno. Lo contrario de lo que aquí pensamos (y hacemos) casi todos, convercidos de que democracia es la libertad de hacer lo que nos da la gana, ampliando a todos el antiguo privilegio del dictador o monarca absoluto de menospreciar impunemente a los demás. Subrayémoslo: no es que no tengamos ni idea de democracia, sino que creemos tenerla muy clara; pero esa concepción está a las antípodas de lo que en los demás países se tiene por democracia. Sólo cuando cambiemos de verdad nuestras categorías, aún francamente antidemocráticas, podrá empezar nuestra transición real -quizá no tan fácil, por ser ilusoria, como la que hemos presumido haber hecho hasta ahora- a la democracia.-