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Major gana la guerra de los 'tories'

El primer ministro británico logra la más amplia victoria en la historia de las elecciones de líder conservador

John Major seguirá siendo el inquilino del número 10 de Downing Street, al menos hasta las próximas elecciones generales. Doscientos dieciocho parlamentarios tories -la mayoría más amplia conseguida por ningún otro líder del partido en la historia se apresuró a recalcar- le confirmaron ayer en su puesto al votar a su favor en una elección interna del partido marcada por las intrigas y las especulaciones. Un Major triunfal e inusualmente enérgico compareció a la entrada de su residencia oficial acompañado por su mujer, Norma, y flanqueado por todos sus fieles, para agradecer el apoyo recibido y anunciar que hoy dará a conocer una remodelación ministerial. Pero además, añadió desafiante, "el mensaje que envío a todos los que se consideran conservadores es que el tiempo de las divisiones ha terminado". La ex primera ministra Margaret Thatcher definió la victoria de Major como "clara y definitiva".

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Al final, la temida pinza entre la izquierda y la derecha conservadora no se produjo y el rival del primer ministro, John Redwood, obtuvo el grueso de los votos restantes, 89. Hubo otras nueve abstenciones y 12 votos nulos. Un resultado notablemente mejor que el pronosticado en las diferentes encuestas, que permitió a Redwood presentarse ante las cámaras de televisión que acordonaban el Palacio de Westminster, con expresión tranquila, para dar deportivamente la enhorabuena a su adversario. "Ha ganado de forma clara, y conforme a las reglas del juego", dijo. "Mis colegas y yo hemos llevado a cabo una buena campaña. Hemos planteado importantes cuestiones". Una nube de euroescépticos caminaba a su espalda demostrando cómo ha aumentado la autoridad de Redwood en el sector duro del partido.Aun así, la victoria de Major, más próxima a los niveles de éxito rotundo que a la temida zona gris susceptible de mantener vivas todas las disensiones con las que han venido especulando los analistas políticos, le sitúa en excelentes condiciones para poner orden en las ingobernables filas tories. El propio primer ministro se apresuró a señalarlo en su breve declaración tras conocer el resultado de las votaciones: "Espero que este resultado ponga fin a las especulaciones sobre mi liderazgo, desde ahora mismo y hasta las próximas elecciones generales". El respaldo recibido confirma, además, hasta qué punto las bases del partido ven en el actual primer ministro la única garantía de unidad interna. "Una abrumadora mayoría de miembros del partido ha demostrado con su apoyo que es correcta nuestra política", añadió el líder conservador.

"Peso pesado"

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Major se felicitó además de que su triunfo "histórico" en la relación de elecciones por el poder de los tories -Margaret Thatcher obtuvo en 1990, con un grupo parlamentario mayor, 204 votos, y el propio Major ganó la batalla ese año en la segunda vuelta con sólo 185-, se haya producido frente a quien inesperadamente bautizó como un "peso pesado" del partido. Otra que lo fue de verdad, su predecesora en Downing Street, habló de victoria clara y definitiva".

Todo parece indicar que el primer ministro ha logrado el apoyo de los seguidores de los dos principales candidatos en la sombra, sus ministros de Trabajo y de Industria, Michael Portillo y Michael Heseltine, respectivamente. Ambos se mostraron ayer encantados con los resultados que han puesto en evidencia el verdadero tirón de su jefe. Portillo aseguró rotundo: "Major será nuestro líder en las próximas elecciones", antes de volver a jurarle fidelidad. Major también puede haberse visto favorecido por lo mal que los sondeos se lo ponen a los conservadores de cara a las próximas elecciones. Con esas previsiones, los pesos pesados en el partido tory pueden habérselo pensado dos veces antes de pretender el liderazgo de los derrotados.

Gritos de júbilo indisimulado por parte de los sectores pro-Major habían acogido la lectura de resultados de la votación a cargo de Marcus Fox, presidente del Comité 1922 -donde están integrados los parlamentarios tories sin cargo público- en la Sala 14 de la Cámara de los Comunes. Al final, sobre el total de 329 diputados, votaron 327 en la. sala número 12. La mayoría optó por depositar su voto temprano. Antes de las 14.00 horas ya lo habían hecho 220 parlamentarios, la mayoría enfundados en los severos e inconfundibles trajes de rayas. Sólo Michael Portillo, sobre el que han gravitado buena parte de las especulaciones en torno a una segunda vuelta, acudió vestido con una llamativa camiseta amarilla, con un desusado aspecto juvenil.

Major pasó la jornada encerrado en Downing Street, donde recibió la visita de los ministros de Hacienda y de Industria, Kenneth Clarke y Michael Heseltine, con quienes estuvo conversando por- espacio de tres horas. Su oponente, John Redwood, no salió prácticamente del Parlamento. Ambos candidatos mantuvieron el tipo pese a los nervios de una jornada crucial, al menos para el primero.

Desde que el jueves 22 de junio Major hiciera pública la decisión más arriesgada de su carrera política, anunciando su dimisión como líder tory, sus esperanzas de supervivencia han ido fluctuando como una divisa frágil en el mercado de valores. El factor sorpresa que dejó sin palabras a los periodistas que llenaban el jardín de las rosas de Downing Street aquella tarde de junio, prestó a Major una aureola de valor que le granjeó no pocas simpatías entre el electorado. Más tarde, sin embargo, la prensa conservadora y en especial lo< diarios que integran los dos principales emporios de prensa en

Reino Unido, el Grupo Telegraph, del canadiense Conrad Black, y News International, del australfiano-americano Ruper Murdoch, convirtieron la campaña en un camino de espina para Major.

Pensando en ese purgatorio, e triunfador primer ministro hizo una pequeña alusión a los me dios de comunicación cuando recordó que la votación que le h dado el triunfo ha estado en manos de los parlamentarios tories "y no en las de los comentarista que pululan por el Palacio de Westminster".

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