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DESAFÍO POR DOWNING STREET

Los partidos republicanos del Ulster y el primado de Irlanda reclaman la libertad de todos los presos

Una precaria calma volvió ayer a las calles de Belfast, Londonderry y Newry, las principales ciudades del Ulster afectadas por la erup ción de violencia callejera que estalló el lunes en respuesta a la liberación del paracaidista Lee Clegg. Tras la primera respuesta indignada, los sectores republicanos optaron ayer por lanzar una ofensiva en pro de la liberación de todos los presos a la que se sumó el propio cardenal primado de Irlanda, Cahal Daly, y hasta el primer ministro irlandés.

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La decisión de poner en la calle al soldado Clegg, de 26 años, condenado a cadena perpetua por el asesinato de la joven de 17, Karen Reilly, en septiembre de 1990, partió del ministro para Irlanda del Norte, Patrick Mayhew, principal aliado de John Major. Tanto políticos nacionalistas irlandeses como miembros del Partido Conservador, vieron en ella desde un principio, el último gesto del primer ministro para apaciguar a los sectores de la derecha de su partido, horas antes de la crucial votación de ayer.Downing Street calificó de "completa basura" la "hipótesis política" utilizada para explicar la liberación del preso, cuyo caso había sido estudiado en las últimas semanas por el Consejo de Revisión de Sentencias a Cadena perpetua. Sin embargo, según Breidge Gadd, miembro del grupo hasta ese mismo lunes, cuando optó por presentar su dimisión, la revisión del caso ha Implicado "una sustancial desviación de los principios prácticos y de procedimiento usados previamente por el Consejo".

Mientras el viceministro para Irlanda del Norte, Michael Ancram, denunciaba ayer el carácter prefabricado de los incidentes, acusando indirectamente a los republicanos de haber atizado la mecha, el cardenal Cahal Daly, máxima autoridad de la Iglesia Católica en Irlanda calificaba de "lamentable error" la liberación de Clegg. "El momento elegido no ha podido ser más desafortunado", declaró el anciano cardenal a la Radio Irlandesa y a la BBC. Aún así, el primado católico se mostró convencido de que los incidentes no marcan la ruptura del alto el fuego de los grupos paramilitares. Sin embargo, no ocultó su preocupación por el daño que la liberación de Clegg pueda causar en el proceso de paz del Ulster.

"Es urgente que ahora se tomen medidas similares con otros prisioneros que también se vieron envueltos en el conflicto [como se denomina al último cuarto de siglo de enfrentamientos en el Ulster] cuando eran demasiado jóvenes como para controlar completamente sus actos", añadió el cardenal en total sintonía con lo reclamado horas antes por el primer ministro irlandés. John Bruton encajó con fría calma la noticia procedente de Londres y se limitó a expresar su confianza en que las autoridades británica "apliquen el mismo tratamiento a todos los demás prisioneros en situaciones similares".

Los disturbios, que se prolongaron hasta bien entrada la madrugada de ayer, han sido catalogados por la policía norirlandesa como los más graves desde que el IRA decretó el alto el fuego, el 31 de agosto pasado.

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