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TOUR 95

La lluvia pone un líder de paja

Durand se viste de amarillo en una prólogo en la que todos los favoritos tomaron precauciones

Luis Gómez

La experiencia televisiva de un Tour en horario prime time resultó un fiasco. El destino jugó sus bazas y colocó un líder de paja, el francés Jacky Durand, un gregario sin pedigrí en contrarreloj. El cronómetro real se detuvo mediada la tarde cuando este modesto corredor cruzaba la línea de meta. A partir de ese momento, una tormenta descargó agua y viento para modificar el curso de los acontecimientos. El clima dejó inhábil la jornada y convirtió a Durand en invencible: no valen las cuentas ni tiene sentido hacer algunos cálculos aproximados.El británico Boardman trató de rebelarse contra los elementos y pagó cara su osadía: dio con sus huesos en el suelo, fue atropellado por un vehículo de su propio equipo y hubo de abandonar el Tour a los tres minutos de empezarlo [Boardrnan será operado de una doble fractura del tobillo izquierdo y de una fractura de la muñeca derecha].

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Induráin no pasó desapercibido. Suya fue una decisión notable, propia de los campeones, que será digna de comentario general. Induráin dijo no a la Espada, un prototipo fabricado a su medida. Dijo no a la rueda lenticular. Dijo no al manillar de triatleta. Dijo no a la cabra. Y dijo no al casco. Sonriente y relajado solicitó una bici convencional, cubrió su cabeza con una gorrilla y tramitó el asunto a la antigua usanza. Su actuación no pasó desapercibida para nadie.

La meteorología condicionó casi toda la jornada. Sólo tuvo piedad con 50 corredores, aquéllos que tomaron la salida en la primera hora. Luego, descargó agua y viento sin interrupción. Pronto hubo constancia de que las condiciones habían cambiado tan radicalmente que atacar el liderato de Durand era cuestión delicada. Se hicieron cálculos apresurados: Durand tenía algo así como medio minuto de margen extra. Luchar contra el piso mojado planteaba también adoptar una actitud muy arriesgada. Sólo Boardman, fiel hasta el suicidio a su condición de favorito, despreció cualquier consejo.

El peligro condicionó el comportamiento de los favoritos, que corrieron con la mano atenta al freno. La carrera se convirtió en un sálvese quien pueda. Rominger había dicho horas antes que nunca se sabe cuándo se gana un Tour, pero que es muy fácil perderlo en un día. Se limitó a no arriesgar, como Zulle, como el propio Berzin, como desde luego Induráin. Pero entre ellos hubo una diferencia, un detalle que a nadie pasó desapercibido: la decisión del líder de correr con una simple bicicleta, tan convencional que llamaba la atención y movía al asombro. Actuó con la determinación propia de los grandes campeones. Induráin ha calculado que el Tour no depende de un puñado de segundos, los que ahora le diferencian de Rominger (5) o Zulle (8). Induráin sabe mejor que nadie dónde se cuece el Tour. Nunca, desde luego, en cualquiera de las siete curvas del circuito de Saint Brieuc.

Induráin terminó en el 35ª puesto... pero sigue siendo el favorito incuestionable, la mejor explicación de lo que fue la jornada de ayer. Quienes querían buscar algún indicio en esta jornada, fracasaron, incluso si pretenden ahora mismo especular con el medio minuto que perdió el ruso Berzin.

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