El príncipe heredero del emirato de Qatar derroca a su padre
Sin disparar una sola bala, el príncipe heredero de Qatar, el jeque Hamad ben Jalifa al Tani, de 45 años, destituyó ayer a su padre, de viaje en Suiza, y se hizo con el poder absoluto en uno de los países petrolíferos más ricos y enigmáticos del mundo. En la capital, Doha, remaba la tranquilidad, y el aeropuerto de la ciudad, cerrado desde la medianoche del lunes, reanudó sus operaciones ayer a mediodía.
El emir destituido, el jeque Jalifa ben Hamad al Tani, de 65 años, dijo ayer en Ginebra que espera recuperar el poder, y para ello cuenta con el apoyo incondicional de los jefes de Estado. de los países del. Consejo de Cooperación del Golfo, con quienes contactó. telefónicamente.Cuando conoció la noticia, el emir derrocado abandonó intempestivamente el hotel Dolder, de Zúrich, y se trasladó a Ginebra. Desde hace días se alojaba en ese lujoso establecimiento con la comitiva -de 45 personas que le acompaña desde que emprendió una gira por Oriente Próximo, África del norte y Europa.
Funcionarios de embajadas de Qatar en Europa dijeron ignorar los planes del gobernante depuesto tras 25 años en el trono. Analistas árabes interpretaron unánimemente el golpe en Qatar como el desenlace natural de un proceso curioso. El príncipe personificaba el poder real desde 1992. Hamad se impuso en las relaciones exteriores y, en su calidad de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, en la defensa. Su padre y uno de sus hermanos (también ausente) conservaban, sin embargo, el control de las finanzas públicas de un país con uno de los más altos índices de ingresos per cápita y el segundo exportador mundial de gas natural, después de Rusia.
Expertos en la impredecible conducta política del golfo Pérsico señalan que los desacuerdos entre el emir y su heredero se hicieron evidentes cuando Hamad dejó de disimular su apetito de poder. Al parecer, el emir preparaba en secreto el retorno de su segundo hijo, que vive desde hace años en Francia, con el fin de neutralizar la vertiginosa ascensión política y administrativa de su heredero oficial.
Escenas retransmitidas por la televisión de Qatar ofrecían ayer la impresión de que el heredero ha consolidado su poder. Notables miembros del clan Al Tani desfilaron por el palacio de Rayán para besar la nariz del nuevo gobernante, el tradicional gesto de afecto, lealtad y admiración entre las tribus del Golfo.
Intrigas familiares
Desde el fin del protectorado británico en 1972 y tras los numerosos esfuerzos franceses por imponer su influencia en el diminuto pero multimillonario emirato, abundan en Qatar las intrigas familiares de los Al Tani.El príncipe heredero plantea varias incógnitas diplomáticas. Como responsable de las relaciones exteriores, ha colocado a Qatar a la vanguardia del movimiento. árabe a favor. del levantamiento de las sanciones internacionales contra Irak por la invasión de Kuwait en 1990. Esto y el restablecimiento de relaciones con Bagdad ha irritado particularmente a Arabia Saudí, país con el que tuvo un pequeño incidente fronterizo en 1992, que el actual emir quiso solucionar por las armas antes de que se lo impidiera su padre.
Riad tampoco ha ocultado su incomodidad por la celeridad y esmero con los que Qatar ha estado cultivando sus contactos con Israel, establecidos el año pasado. Celosos por naturaleza, los saudíes tampoco están demasiado satisfechos con el tesón con que Qatar ha estado cortejando a Estados Unidos. El nuevo emir envió ayer a su hermano, el mi nistro del Interior, jeque Abduláben Jalifa Al Tan¡, y su ministro de Exteriores, jeque Hamad ben Jasem Al Tani, a Arabia Saudí con el propósito de conseguir el reconocimiento político del nuevo jefe de Estado por el soberano saudí, el rey Falid. También es probable que ambos ministros tengan un encuentro con el emir derrocado, quien ayer aseguró que piensa recuperar el poder "cueste lo que cueste". El rey de Hussein de Jordania y el Gobierno de Estados Unidos se apresuraron a reconocer ayer, al nuevo emir de Qatar.
Con exportaciones de 378.000 barriles de petróleo diarios y gran parte de sus fabulosas reservas de gas todavía sin explotar, Qatar y sus aproximadamente 500.000 habitantes (en su mayoría trabajadores de la India, Pakistán, Irán y Palestina) se adaptarán, sin duda pronto al cambio. Entre las compañías extranjeras no existía ayer señal de alarma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.