Telediario y jamón en Sarajevo
Nueve militares, incluyendo una sargento, integran la representación española en la capital bosnia
ENVIADO ESPECIAL Son los grandes desconocidos, Y protestan por ello. Cuando se pondera o no la labor de los soldados españoles en BosniaHerzegovina, un velo de silencio cae sobre ellos. Es como una maldición: reos (le anonimato. En Sarajevo son nueve, y en Gornj Vakuf (centro de Bosnia), diez. Los de Sarajevo se citan a diario (siempre que pueden) ante el telediario internacional de las tres en el dormitorio del comandante Mariano Bayo, en el cuartel general de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (Unprofor).
Una bandera española adherida preside la puerta. Unas sillas de tijera inundan el codo del pasillo para levantar un cálido cuarto de estar. A la derecha del televisor que les conecta con la actualidad reina un gran jamón serrano. "Una vez a la semana organizamos una merienda", dice el coronel Luis Núñez Martínez, jefe de ingenieros en Sarajevo, quien gruñe con la boca pequeña: "No vuelvo a traer más, me ha costado un mundo llegar aquí con el maldito jamón".
En el cuartel general, conocido como La Residencia, trabajan, además del coronel Núñez y el comandante Bayo, el comandante Rafael Prado, en operaciones; el capitán Andrés Roldán, observadores militares, y los sargentos Marcos Revilla, ingenieros, y Yolanda Tamargo, de la oficina de información.
Los tres observadores militares no viven allí ni en ningún otro cuartel de Unprofor. Duermen en casas particulares. Además del capitán José Antonio Romero Huelin, que todavía se recupera de su dificil odisea de Pale, en Sarajevo están los capitanes Gonzalo Ledo y Pedro Garcia, que se libraron de ser rehenes de Radovan Karadzic por estar oportunamente de per miso, y el capitán José Vivas, abrasado por la alergia al polen.
"Me libré por muy poco", dice sonriente el capitán García. "Me fui de permiso el 18 de mayo y ya desde 12 días antes no podía salir de la casa (...), logré dejar mi posición, cerca de Lukavica, en una evacuación médica". El capitán Vivas, ojos rojos, acude al equipo médico francés. "A ver si me dan algo(...). He estado toda la noche en un puesto de observación (en territorio bosnio) repleto de polen y vengo fastidiado". Vivas no fue rehén serbio porque los serbios le negaron el paso a su zona antes del ataque de la OTAN. "Podíamos haber sido hasta cinco [los rehehes]; ha habido suerte".
.Poca inforinación, peor comida
La televisión es el mejor medio de información. "Los periódicos nos llegan con diez días de retraso", explica Bayo, "pero cuando llegan los devoram'os", añade. En la pequeña librería hay libros, una com. lección de videos para los minutos libres y un curso de inglés de una revista española. "Aquí no tenemos tiempo ni para respirar", dice el coronel. "Hay días en los que a las siete y media de la mañana estoy en mi despacho y a las doce de la noche sigo en él". Bayo no tiene mejor suerte, pues su turno de trabajo empieza a mediodía y concluye a las cuatro de la madrugada. La sargento Tamargo, lleva un mes sumergida en Bosnia y todavía arrastra ojos azules de sueño. Todos se quejan de la comida, pero lo dicen con una perífrasis ideológica: "Es comida inglesa cocinada por un bosnio", sentencia el comandante Prado. La merienda semanal levanta más de un ánimo. "Con el chorizo, las aceitunas y el jamón sobrevivo el resto de la semana", dice Yolanda. La sargento se resiste al protagonismo. Al ser la primera mujer sargento que salió de la Academia de Suboficiales en España ha tenido que aguantar el acoso de la prensa. Fue también la primera mujer en mandar hombres. "Los reclutas reaccionaban muy bien. Decían: Mira, el sargento es una mujer', y nada más; nunca hubo problemas". A los que les cuesta un poco más es a los mandos. Pero en Sarajevo vive como una reina. Consigue que la traten como sargento, no, como mujer. Es pionera y sufre por ello. Ninguno quiere alardear de momentos de peligro. El capitán Pérez, el observador militar que se libró de la compañía de Karadzic por unas oportunas vacaciones, sonríe pillo. "Hombre, todos hemos estado alguna vez en situaciones de riesgo". Los días se arrastran cansinos, incliuso estos últimos de mayor actividad militar. Todos, -incluso los malos, son un calco del anterior.
"Sabemos que es domingo porque todo empieza una hora más tarde", dice el coronel. "Y por la misa", recuerda el comandante Prado. "Y por la misa", concede el coronel, que lleva cinco meses en Sarajevo y ya tiene ganas de regresar. "Para nosotros, ésta es una magnífica experiencia, una oportunidad única de trabajar en un Estado Mayor internacional", concluyen los militares españoles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.