Mucho en juego
"Fútbol es fútbol", desde luego, pero este sábado la tan manoseada frase que un día utilizó Boskov para explicamos la magnitud incomprensible del balompié excede la simpleza axiomática. Cuando hay tanto en juego no es suficiente una buena táctica, sino, ante todo, la predisposición piscológica de los contendientes. El Valencia y el Deportivo celebran más que un partido. Aún está reciente la herida de mayo del 94, un drama que la afición del Deportivo tardará en olvidar porque tuvo a su alcance la gloria que quizá nunca más vuelva a tener tan cerca.Ciertamente que un club con una masa social modesta pase a codearse con los dos grandes es un mérito indudable de Lendoiro. Barrunto que este hombre es un monstruo, pero los ciudadanos de La Coruña no lo han querido de alcalde tal vez porque prefieren que termine una obra que, después de un esperanzador principio, no se concreta con un título que sosiegue la incipiente ansiedad de su afición. Eso, esta noche, también juega; más todavía si en el campo de batalla está la particular bestia negra que hizo polvo el sueño más hermoso.
Dieciséis años dura la sequía del Valencia. En eso estábamos cuando llegó Paco Roig con un mensaje claro, rotundo pero comprometedor: "Por un Valencia campeón". Se llevó a los accionistas de calle y ahora está en peligro que la calle sea, suya y los despachos del club de la oposición.
Sospecho que los clubes, como los canes, suelen parecerse a sus dueños, y el Valencia actual tiene mucho de imprevisión magistral, aunque también de reiterada negligencia. Sin embargo, tengo para mi que, el Valencia va a ganar la copa. En general, el equipo ha decepcionado, pero ha respondido en los momentos claves. En eso aventaja al Deportivo, aunque deseo que la decisión final no llegue en la tanda de penaltis para evitar que la rivalidad ahora enconada entre las dos ciudades se transforme en enemistad eternamente encarnizada.
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