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LA GUERRA DE LOS 'TORIES'

Major dimite para sucederse a sí mismo

El primer ministro británico planta cara a sus adversarios y les desafía a relevarle en Downing Street

A las cinco en punto de la tarde, una hora taurina acorde con su gesto, el primer ministro británico, John Major, anunció ayer acaso la más Importante decisión política de su vida: dimitir como líder del Partido Conservador. En un gesto que denota más carácter del que le han atribuido hasta ahora sus adversarios políticos dentro y fuera del Partido Conservador, Major puso así coto a las interminables amenazas de reemplazarle que han convertido los últimos tres años de su permanencia en Downing Street en un desalentador ejercicio de equilibrio en la cuerda floja. Major resumió sus razones para tomar una decisión que ayer dejó estupefacta a la clase política británica en el intolerable daño que las especulaciones sobre su eventual sustitución estaban causando al partido y al Gobierno. Y anunció que se presentará a la reelección como líder tory, cargo en el que dijo no esperar rivales de su propio gobierno

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Haciendo gala de una audacia que, al menos de momento, parece haber -desarbolado a sus adversa nos, el todavía primer ministro lanzó el guante a los euroescépticos que han convertido en un camíno minado, sus casi cinco años de permanencia en el número 10 de Downing Street, declarando abierta la sucesión a -la dirección del partido. "Es hora de presentarse o callarse", dijo Major a todos sus rebeldes. En uno de los golpes de efecto a los que el primer ministro tiene acostumbrada ya a la opinión pública británica, Major pronunció tan decisivas palabras en una improvisada rueda de prensa en el jardín de su residencia oficial. "Durante los últimos tres años, he venido sufriendo la oposición de una pequeña minoría dentro del partido", dijo. Otro tanto ha ocurrido a lo largo de 1995. Por lo tanto, añadió el primer ministro, "para evitar la incertidumbre" que crearía continuar en esta situación hasta noviembre, "he decidido presentar su dimisión como líder del partido". Major, en un último gesto torero, advirtió a los que han sido sus enconados enemigos políticos, de su intención de presentarse de nuevo como candidato a la elección interna con la que los conservadores deberían optar por su relevo. "Si gano, seguiré como primer ministro y encabezaré el partido hasta las elecciones generales de 1997% dijo. "Sí pierdo, dimitiré como primer ministro y daré todo mi apoyo a mi sucesor".Los rivales, descolocados

Su gesto, directo y decidido, siquiera por una vez, dejó sin palabras a la mayoría de sus adversarios, mientras algunos de sus estrechos colaboradores en el Gabinete, caso del ministro de Industria y Comercio, Michael Heseltine, se apresuraron a manifestarle su apoyo y comprensión. El ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, mostró su respaldo al todavía primer ministro señalando que es "el mejor primer ministro para el país".

El ministro de Hacienda, el extravertido Kenneth Clarke se sume también a las filas de quienes indicaron sin ambages que votarán por el actual primer mi nistro. El propio Major reconoció en una relajada entrevista mantenida después con la BBC que si bien Í no hay una razón concreta.que justifique su decisión, la tonta campaña desata da durante las últimas semanas" contra él había acabado de decidirle.

Tal campaña fue iniciada hace menos de dos semanas por su predecesora en el cargo, la baronesa Margaret Thatcher, desalojada de Downing Street en 1990, en otro 'rifirrafe interno con los que suele dirimir sus diferencias internas el Partido Conservador. Thatcher lanzó un furibundo ataque contra Major y su línea política -desde las relaciones con Europa hasta la seguridad interior en varias entrevistas recogidas por los principales periódicos y por la sacrosanta BBC. A pesar de todo, la ex primera ministra manifestó ayer en París que Major «puede ser reelegido".

A partir de aquel ataque, el primer ministro se vio arrastrado por una ola creciente de críticas de los jóvenes y menos jóvenes euroescépticos de su partido que llegaron incluso a . arrinconarle Verbalmente.. Tampoco es desdeñable el impacto de las encuestas publicadas periódicamente por la prensa, la última de las cuales situaba a los laboristas 39 puntos por encima de los tories en la intención de voto con vistas a las, próximas elecciones generales. Ayer, el líder laborista, Tony Blair, cogido por sorpresa por la iniciativa clarificadora de Major, afirmó su dimisión "sólo demuestra que el Partido Conservador no está preparado para gobernar el país" y exigió elecciones generales anticipadas.

La declaración de Major se producía en un soleado día de junio marcado por intensas` especulaciones. The Daily Mail, el tabloide ultraconservador que marca la temperatura política del país y del Partido Conservador, anunciaba en grandes titulares la existencia de un programa de "rescate" ideado por el Comité 1922 (las bases parlamentarias del partido) para intentar restañar las heridas sufridas por Major en la última etapa. El programa en cuestión quedaba desvelado como una urgente propuesta de reajuste gubernamental que dejaría fuera del Gabinete al demasiado pro. europeo ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, y al propio Heseltine.

Mientras el país entero esperaba con gesto aburrido alguna mínima decisión de su máximo dirigente político, Major optó por la mayor de las reformas posibles, la de someter de nuevo su cargo a votación.

La elección del nuevo líder debe producirse el 4 de julio. No obstante, si. no hay más candidatos antes del próximo jueves, Major quedará reelegido automáticamente. Si hay otros aspirantes y ninguno gana el 4 de julio con -la mitad más uno de los votos de los 327 parlamentarios conservadores y un 15% de votos de diferencia sobre el siguiente se producirá otra vuelta una semana más tarde. En el peor de los casos, puede haber hasta cuatro votaciones. Major se mostró convencido de poder superar el reto y aseguró, en contra de todos los rumores, que no espera ningún rival de su Gobierno.

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