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El síndrome de la seguridad afecta al torneo

Robert Álvarez

El Europeo de Atenas vive un síndrome por la seguridad. Seis delegaciones, las de Croacia, Yugoslavia, Eslovenia, Rusia, Israel y Turquía cuentan con sus propios policías al tiempo que otras selecciones han tomado sus particulares precauciones. Los jugadores españoles compran el agua que consumen y directivos de la federación contactaron hace un mes con la Embajada española en Atenas para atar cabos en cuestiones de seguridad. Los desmanes habituales de los seguidores griegos y el caso del envenenamiento de los jugadores del TSKA en la pasada Liga Europea son los causantes de que el Europeo se inaugure bajo un clima de precauciones.Las botellas de agua, bien gracias. ¿Y el hotel? Las iniciales precauciones en torno a la seguridad y a la prevención contra sabotajes han ido desvaneciéndose al mismo tiempo que cobran cuerpo las quejas por la austeridad del hotel en que están alojadas las 13 selecciones, que junto a la de Grecia, participan en el Europeo. A los jugadores rusos no les hacen ni pizca de gracia las bromas que circulan entre los jugadores del resto de los equipos. Todos, antes de saciar su sed durante los tiempos muertos de los partidos miran de reojo a la encargada de ofrecerles las botellas de una conocida marca de bebidas isotónicas. Algún chistoso, tras mirar y remirar, le susurra al compañero más cercano que ha visto un pequeño agujero el bote de plástico.

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La broma arranca del rocambolesco episodio del envenamiento que sufrieron cinco jugadores del CSKA de Moscú durante el tercer partido de los cuartos de final de la Liga Europea que les enfrentó en Atenas al Olympiakos. Los cinco tuvieron que ser hospitalizados con espasmos y dolores y no pudieron disputar aquel partido (79-54). Los análisis clínicos demostraron que ingirieron una gran dosis de haloperidol, una droga psicotrópica que se utiliza en tratamientos psiquitátricos. El haloperidol fue introducido en las botellas de agua que utilizó el TSSKA en ese partido mediante agujas hipodérmicas. El episodio se resolvió sin otra consecuencia que un gran escándalo a nivel internacional. Pero no hubo ni denuncia del CSKA, ni investigación de la Federación Internacional (FIBA), ni sanciones.

Los jugadores españoles se compran ellos mismos el agua que utilizan en el hotel. En principio la que consuman durante los partidos será proporcionada por la marca de bebidas que ha obtenido la exclusiva. Pero la delegación española estaba más preocupada por la protección y la seguridad que pudiera recibir durante su estancia en Atenas. El pasado mes el presidente de la federación griega aseguró que la organización del campeonato no estimaba oportuno encargarse de la seguridad de cada una de las delegaciones participantes. Ello provocó una importante preocupación en la federación española que se puso en contacto con la embajada de España en Atenas para atar cabos en un tema que habitualmente se resuelve de oficio.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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