Clinton presiona a Japón en la cumbre del G-7 ara desbloquear el conflicto del automóvil
ENVIADA ESPECIALEl presidente norteamericano, Bill Clinton, advirtió ayer al primer ministro japonés, Tomiichi Murayama, que se manten drá firme en su promesa de imponer duras sanciones comerciales si el Gobierno nipón no abre su mercado de automóviles antes del próximo día 28. Clinton y Murayama se reunieron ayer por separado en el marco de la cumbre del Grupo de los Siete con la intención de reafirmar sus fuertes intereses comunes para evitar un contencioso comercial que podría tener consecuencias catastróficas para ambos países.
"He dado instrucciones a nuestros negociadores para que hagan lo posible para encontrar una solución antes del día 28 y confío en que logremos un acuerdo aceptable y consistente", declaró Bill Clinton en una conferencia de prensa posterior a la reunión. Al lado del primer ministro nipón, el presidente norteamericano aseguró, no obstante, que de no alcanzarse una solución Estados Unidos impondrá las sanciones a su socio japonés y recurrirá a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Washington ha amenazado con aplicar un arancel del 100% a varios modelos de coches de lujo japoneses por un valor cercano a los 6.000 millones de dólares. La decisión de Washington de imponer sanciones unilaterales es contraria al espíritu multilateral que ha dado a luz a la OMC y ha sido duramente criticada por sus socios europeos en el G-7.El primer ministro Tomiichi Murayama, en un tono más conciliador, aseguró que todavía hay margen para que en los próximos días en Ginebra los representantes de ambos países alcancen un compromiso. Murayama dijo, sin embargo, que de entrar en vigor las sanciones norteamericanas, el Gobierno nipón no las reconocerá.
Clinton y Murayama dejaron así una puerta abierta a alcanzar un acuerdo en los próximos días. Ambos coincidieron en señalar que los lazos entre ambos países son muy fuertes y que les unen muchos intereses comunes, como el problema de Corea del Norte. Ambos mandatarios, atendiendo a los deseos de sus socios, expresaron también su voluntad de que la disputa bilateral no eclipse el resto de la agenda económica de la cumbre.
Uno de los temas estrella de la agenda económica, la reforma del FMI, el Banco Mundial y la ONU,responde, precisamente, a una propuesta lanzada por el propio Clinton hace un año en la cumbre de Nápoles. No obstante, a juzgar por el contenido del comunicado final que fue filtrado hace diez días en Canadá, los líderes no parecen estar a la altura de este ambicioso proyecto.
En el borrador del texto final los Siete proponen doblar los 28.000 millones de dólares de fondos con que cuenta el Acuerdo General de Préstamos (GAB), uno de los mecanismos de financiación de los que dispone el FMI al que contribuyen los países más ricos, y se pide al Fondo que mejore la supervisión de sus socios así como que les exiga un mejor suministro de información.
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