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Crítica:ROCK
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sin mordiente

La histórica banda norteamericana Van Halen, que ha generado un rock duro de altísimo valor, ofreció en su presentación madrileña un espectáculo notablemente devaluado y light con respecto a sus mejores tiempos. El sonido actual del cuarteto californiano deja mucho que desear con respecto al extraodinario repertorio del pasado.La tarde no había muerto cuando Lizard, una destacable nueva formación de nacimiento local y pretensiones internacionales, mostró excelentes maneras en la interpretación de un rock evidentemente basado en las huellas de los años setenta, pero de certera inspiración. A renglón seguido, The Pretenders, la veterana banda dirigida por la peculiar Chrissie Hynde, intentó dignamente buscar un hueco en un programa que poco se ajustaba a sus características. La frialdad presidió sus primeras andanadas de pop-rock y el sonido inicial fue paupérrimo. Con buen pulso, la experimentada vocalista encauzó la situación y terminó por cuajar una intervención lejana del lucimiento, pero acorde con las circunstancias.

Van Halen y Pretenders

Van Halen: Sammy Hagar (voz, guitarra), Eddie Van Halen (guitarra), Michael Anthony (bajo), Alex Van Halen (batería). Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Entrada: 6.000 pesetas. Madrid, 14 de julio de 1995.

Van Halen, excepcional cabeza de cartel en esta gira europea que le coloca como segundo de a bordo de Bon Jovi, está descolorido y escaso de vigor en la actualidad. La propuesta de la otrora fundamental alineación se funde abiertamente con el conservadurismo y la estandarización. De ello se da sobrada cuenta en Balance, un álbum que palidece en la comparación con el resto de la obra. Y la puesta en escena no es sino una continuación de la carencia de brío que acarrea su más reciente material.

El vocalista Sammy Hagar empezó montando un numerito, consistente en enfundarse cuanta camiseta cayera por sus inmediaciones. A lo largo de la noche daría otras pinceladas de esa manera tan típicamente americana -y exagerada a nuestros ojos- de llamar la atención. La banda se dedicó tempranamente a la exhibición de solos, intercalados entre una selección del cancionero más comercial de su trayectoria.

Van Halen ha perdido la mayoría de su carga de rock poderoso. Apenas hubo señales de la garra, salvo en Eruption. El resto, en líneas generales, mera autocomplacencia a través de medios tiempos, rostros felices arriba y abajo del escenario, y la sensación de que Van Halen ya dijo todo lo que tenía que decir -y fue mucho- hace tiempo.

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