Japón y EE UU finalizan la reunión de Ginebra sin acuerdo en automóviles
Japón y Estados Unidos finalizaron ayer su reunión en Ginebra sin llegar a un acuerdo sobre sus posiciones divergentes en la guerra que les enfrenta por la liberalización de las importaciones de coches. Un portavoz de la delegación japonesa aseguro que están dispuestos a reanudar las conversaciones sólo si Estados Unidos retira su determinación de sancionar a Japón por la importación de automóviles. Representantes de los dos países celebraron ayer en Ginebra, sede de la Organización Mundial del Comercio (OMC), una reunión.
Japón solicitó a Washington que abandonara su amenaza de aplicar sanciones a los coches japoneses de lujo a partir del próximo día 28 como represalia por el difícil acceso de los fabricantes estadounidenses al mercado nipón.Varios observadores creen muy improbable que se limen las diferencias antes de la reunión de Halifax. "Japoneses y americanos, que negociarán antes y después de la cumbre, -han prometido no usar la reunión de Halifax como escenario de su cada vez más tenso debate sobre los automóviles", aseguraron fuentes oficiales canadienses ayer. No obstante, las entrevistas bilaterales sí están previstas. Además de Japón y Estados Unidos, el G-7 lo integran Alemania, Francia, Italiá, Reino Unido y Canadá.Los representantes europeos, incluido el presidente de la Comisión europea, Jacques Santer, que asiste también a la cumbre, intentarán mediar en el conflicto recordando a ambas partes que la nueva OMC se ha creado para resolver este tipo de disputas. Las sanciones unilaterales con las que amenaza Washington van en contra del espíritu multilateral de la OMC.
Junto con Estados Unidos, el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, intenta lanzar en la cumbre de este año la idea de una zona transatlántica de libre comercio que una América del norte con Europa. Francia, sin embargo, se ha mostrado reticente a que este proyecto se discuta en Halifax. Su nuevo presidente, Jacques Chirac, es partidario de impulsar definitivamente a la OMC antes de ir más lejos en el librecambio.Aparte de las cuestiones comerciales, que han ocupado una parte importante de la agenda de las últimas cumbres del G-7, los siete países más ricos del mundo discutirán sobre la inestabilidad monetaria. La reciente firmeza del dólar puede permitirles salvar sus diferencias con una vaga promesa de cooperación monetaria. Sin embargo, analistas y expertos coinciden en señalar que la calma de estos últimos días responde sólo al temor a que los Siete puedan en última instancia acordar algún tipo de medida para impedir una mayor depreciación de la divisa estadounidense -ya ha caído un 15% frente al yen y un 11 % frente al marco en lo que va de año- Estas oscilaciones cambiarias han puesto en peligro el crecimiento en Japón, que ya ha sido revisado a la baja por la OCDE, y la expansión en Alemania.Pero no parece que haya consenso sobre la necesidad de coordinar las políticas monetarias para lograr una mayor estabilidad cambiaría. Helmut Kohl, que ya ha asistido a 12 cumbres de jefes de Estado de los Siete, se opondrá a aquellos que propongan medidas radicales para estabilizar las finanzas internacionales. "Se trata de cooperación pero no de coordinación y menos aún de subordinación", señaló un alto cargo alemán. Kohl no parece tener intención, por tanto, de hablar del dólar pese a que su fuerte depreciación frente al marco ha reducido la competitividad de muchas industrias exportadoras alemanas.Alemania se muestra también reticente en lo que respecta a la reforma de las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) que está previsto será debatida por los Siete en Halifax. Bonn es partidaria de aumentar prudentemente los recursos del FMI y de mejorar el sistema de supervisión de esta institución para anticiparse a crisis como la de México, a finales del año pasado, La crisis del peso mexicano, que tuvo un efecto contagio devastador en otros mercados emergentes de América Latina y Asia, ha puesto de relieve la necesidad de dotar al FMI de un fondo de financiación de emergencia.
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