Clinton y Gingrinch se enfrentan en un debate público en New Hampshire
¿Fue el primer debate presidencial de la campaña de 1996 o tan sólo un mano a mano entre las dos figuras políticas que simbolizan los polos opuestos de la opinión en Estados Unidos? Los contendientes, Bill Clinton y Newt Gingrich, no quisieron ver lo más que como una oportunidad de contrastar puntos de vista. Pero su coincidencia ayer en un acto público en el Estado de New Hampshire, donde comienza a principios de año el proceso de elecciones primarias, ha suscitado toda la atención reservada para un duelo entre los grandes.
Ver a Clinton, el presidente de Estados Unidos, y a Gingrich, el presidente de la Cámara de Representantes, compartiendo estrado y micrófono en un pic-nic de unos 300 jubilados-votantes representantes de la acosada clase media, trajo a la mente una lluvia de preguntas: ¿Ha renunciado verdaderamente Gingrich a ser candidato presidencial en 1996? ¿Es esto una puñalada por la espalda al verdadero candidato republicano, Bob Dole? ¿Está Clinton tratando de dividir al partido rival o simplemente ha caído en la trampa de Gingrich?De momento, lo que parece claro es que Clinton cayó en la trampa que le tendió su propia tendencia a hablar demasiado. Medio en broma, medio en serio, el presidente había dicho el jueves en una entrevista con medios de comunicación de New Hampshire que sería bueno encontrarse con Gingrich durante el recorrido que ambos pensaban hacer por ese Estado este fin de semana. Gingrich le tomó la palabra, aunque propuso que el acto a compartir fuera ampliado a más personas e incluyera un moderador. La Casa Blanca contestó que si Gingrich quería estar junto al presidente tendría que ser dentro del acto que éste tenía previsto. El líder de la Cámara aceptó, y allí se vieron los dos anoche, respondiendo a las preguntas del público sobre pensiones, sanidad, déficit y otras preocupaciones del norteamericano medio.Ambos insistieron en que no era un debate sino una oportunidad de transformar la rivalidad política en diálogo constructivo para buscar soluciones que interesan a todos. Gingrich precisó que Dole estaba encantando de que él estuviera ahí "tratando de difundir el lenguaje y las ideas de la campaña de 1996". Sin embargo, tanto Gingrich, que vuelve a acariciar la idea de ser candidato, como Clinton, que pasó el sábado reunido con sus principales asesores, prepararon el encuentro como si de un verdadero debate presidencial se tratara.Clinton atraviesa por un momento político relativamente bueno. Su popularidad ha rebasado el 50%, y sabía que ésta era una oportunidad de consolidar y mejorar esa trayectoria. Gingrich, por el contrario, había perdido fuelle en las últimas semanas. Una encuesta de The Wall Street Journal la pasada semana le daba la mitad de votos que a Clinton o Dole en eventuales elecciones.
Un duelo entre Clinton y Gingrich es el más atractivo que se puede dar en EE UU en estos momentos, tanto por lo que ambos tienen en común como por lo mucho que los diferencia. Clinton y Gingrich comparten un mismo estilo de hacer política, apasionado, populista, muy próximo al público. Pero su filosofía política, su visión de los problemas y de la tarea del Gobierno son casi antagónicas.
Así lo reconocía ayer Gingrich: "A ambos nos gusta la política, ambos leemos libros, ambos tenemos un Mustang y a ambos nos gusta rodeamos de gente y hablar. Pero nuestra concepción del Gobierno y de la cultura, somos muy diferentes".La presencia de Clinton y Gingrich en la escena política norteamericana le ha dado a ésta una polarización que no se conocía desde hacía tiempo. Clinton combina la ideología del viejo izquierdismo demócrata con una vocación pragmática que, a veces, le hace caer en fuertes contradicciones. Gingrich es un moderno revolucionario con las armas del tradicionalismo y el conservadurismo. El primero entiende el Gobierno como una fuerza correctora del capitalismo, y el segundo como un obstáculo para la libertad y el desarrollo. Quizá ésta no sea la última oportunidad de verles frente a frente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.