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¿Más TV pública?

Según los periódicos, empresas públicas van a insuflar capital a una empresa privada de TV. Lo primero que se viene a la mente es la consideración de la bondad estatal, en este caso gubernamental, que en defensa de la pluralidad informativa, apuntala, con dinero de todos, a una empresa privada del sector audiovisual.Algún malicioso podrá pensar, hay detractores sistemáticos, que al apuntalar el gobierno quizá condiciona, y lo que resulte al final sea menos pluralidad y más uniformidad, habida cuenta de la prepotencia informativa del gobierno y de su partido a través de varios canales públicos, pagados con el dinero de todos, además del de los anunciantes, y podría darse un supuesto práctico según el cual el que paga, manda.

También hay que tener presente la bondad de la conducta que procura mantener una empresa privada, pues al fin y al cabo la participación pública va a ser minoritaria; este ejemplar apoyo al mercado debe admirar hasta a los más partidarios de la eficiencia económica. Pero los detractores sistemáticos, gente maliciosa, dirán, seguro que al menos lo piensan, que sería mucho mejor apoyo al mercado, y a esta empresa en particular, eliminar las subvenciones a la televisión pública, o eliminar a las televisiones públicas del mercado de la publicidad, de manera que, con una u otra fórmula, la competencia televisiva fuera leal, y no como ahora, que no es nada leal, y así ha tenido que suceder que el gobierno devuelva a esta empresa privada, mediante el apoyo que puede implicar ingerencia, una pequeña parte de lo que la ha quitado, y le sigue quitando, mediante regulaciones y prácticas basadas en la deslealtad.

Hay más motivos de alegría, sin embargo. El Estado anda en números rojos, desde Bruselas hasta los pequeños pueblos se expande la ola que nos fija, como política prioritaria, la moderación del déficit presupuestario, abajo los evasores fiscales, apriétense el cinturón los que lo tengan, funcionarios a congelar sueldos, y otros mensajes igualmente estremecedores; es ejemplar que estos fondos que podrían afluir, en su mayoría, al menesteroso presupuesto, vayan a apuntalar la libertad de expresión, el Estado, aún en su necesidad, no se olvida de lo fundamental. Los detractores, naturalmente, no dejarán de decir que esto es un derroche (aunque por la miserable cantidad, al parecer, de 3.000 millones de pesetas), pero poco a poco hila la vieja el copo, y que para qué nos amenazan con privatizaciones sin cuento cuando lo que privatizan con una mano lo publicizan con otra, y que si la sociedad civil para arriba y la sociedad civil para abajo.

Y ya los muy perversos se pondrán a meditar sobre el panorama televisivo español, que agárrate que hay curva, 200.000 millones de pesetas al año en subvenciones a televisiones estatales y autonómicas, para el más ejemplar funcionamiento de este servicio público, quién los pillara, los 200.000 millones, para otros menesteres presupuestarios, y no vayan a creer que son sólo los socialistas, es que son muchos, los socialistas más, pero no deje usted de contemplar, en este juego, a nacionalistas moderados de Cataluña y País Vasco, y al mismísimo Fraga en Galicia, y es que la TV tiene mucho sex-appeal, no vayan a creer.

De manera que, ahora, la noticia, una gota de agua, aunque dale con elevar el tipo de interés, qué le vamos a hacer, lo primero es lo primero, la información, un país bien y pluralmente informado en un país serio, dueño de sus destinos.

Y mire usted que se acerca un mundo en el que los satélites de comunicaciones van a oscurecer el cielo como bandada de pájaros y los cables ópticos van a penetrar la tierra como galerías de hurones, y no se podrán poner puertas al campo, y cada cual, por poco dinero, podrá audiovisualizar lo que quiera, y no valdrán controles públicos, pero, mientras dura, la fortuna es la fortuna, y lo importante, lo trascendente, lo irrenunciable, lo que decide el futuro de nuestra civilización son las próximas elecciones, las primeras que toquen, seguro que elecciones no faltan y a tal efecto, ¿conocen ustedes alguna receta electoral que más alegre la cara de un gobierno que el control televisivo? Total, por 3.000 cochinos millones, que no van a ninguna parte, hacemos tanto bien que quizá nos premien, aunque sea modestamente, en las urnas. Sobre todo ahora que dos televisiones públicas pasan a otras manos políticas que, además, han anunciado el propósito de privatizarlas. Vamos, es que nos vamos a quedar desguarnecidos.

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