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Entrevista:

"El origen de la filosofía está en los integrantes"

ALICIA MEDEROS "No he pretendido hacer un tratado de filosofía, sólo he contado una historia. Lo que sí digo es que los filósofos occidentales han dejado de hacerse preguntas. No están dando respuesta a los interrogantes que tiene planteados la sociedad actual. Si no sabemos adónde vamos, puede resultar útil saber de dónde venimos". Estas declaraciones, afectuadas por Jostein Gaarder en una reciente visita a Madrid, sintetizan algunas de las claves que estarían en la génesis su novela El mundo de Sofía, y que el escritor noruego insiste una y otra vez en enmarcar en el territorio de la literatura, habida cuenta de la polvareda de críticas con que han encajado algunos filósofos el apabullante éxito de esta obra.

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"He partido de una idea muy sencilla y cotidiana: me he preguntado, tal como lo hacía cuando era un adolescente, de dónde viene el mundo. Sé que algunos críticos literarios, y también algunos filósofos, aseguran que El mundo de Sofía ha tenido tanto éxito porque no contiene ningún planteamiento filosófico serio. Sólo puedo responder que no me interesan las pretendidas dificultades con que determinados profesores o pensadores abordan esta disciplina".

Inquietud y femineidad

"Sofía es un personaje que se interroga todo el tiempo acerca de las cosas de la vida. No me interesan las respuestas, sino los interrogantes", advierte Gaarder.

La elección de una protagonista femenina y adolescente tampoco es casual. "Hay una tradición del pensamiento europeo que siempre ha buscado un personaje femenino para exponer los problemas más complejos de la sociedad, pero fundamentalmente elegí a una joven porque las mujeres poseen, en general, una curiosidad intelectual más inquieta que los hombres. Suelen estar más preocupadas por entender, y ésta es la esencia de la filosofía, mientras que a los varones les preocupa más ser entendidos".

"A esto se une el hecho", continúa, "de que a los 15 años afrontamos la construcción de la personalidad, un tránsito entre la infancia y la adolescencia, que nos llena la vida de preguntas. Estoy convencido de que estudiar filosofía a partir de los 18 años es llegar demasiado tarde. Es en la infancia y la adolescencia cuando tienen lugar las preguntas claves del pensamiento".

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