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Testigo de cargo

Sutherland, el décano de los criminólogos norteamericanos, dijo una vez que el delincuente sustituye simplemente la norma preescrita por una norma diferente, afirmación que aplicaba especialmente a los llamados delitos de cuello blanco, cometidos por propietarios y personas acaudaladas en el proceso de gestión de sus bienes. Esa "norma diferente" era la ley de Mario Conde en Banesto. El punto número siete de la querella de la Fiscalía contra los ex administradores del banco parecía un capitulito de quince líneas completamente inofensivo: "Operación de retirada de 300 millones de pesetas, en efectivo, de las cajas del banco". Pero a la vista de los últimos hechos, su recorrido será bastante más largo. Martín, Rivas sostiene que Conde le dijo, a finales de enero de 1989, que debía preparar 300 millones de pesetas para entregar a Adolfo Suárez por un servicio que había prestado a Banesto ante el Banco de España.Rivas, pues, preparó el dinero y contabilizó la retirada en la sucursal de Pamplona, donde trabajaba, en 1989, un familiar suyo. La idea de Pamplona, según Rivas, surgió porque de ese modo, en una oficina pequeña, una cuenta de activos sin rentabilidad destacaría más que en una sucursal grande, como la del paseo de la Castellana, de Madrid, por ejemplo. En todo momento, Conde le di o que la cantidad sería restituida.

Así, pues, Rivas entregó en dos partes el dinero a Apolonio Paramio Andrés, hombre de confianza sugerido por Conde, para que éste dispusiera del mismo. Pol, como se le llama, recordó ante el juez que "Martín Rivas le llamó a su despacho y que por, orden del Presidente [Mario Conde] tenía que hacer un recado consistente en entregar el paquete o bolsa que le entregó, sin conocer su contenido, en una dirécción que le había dado en la calle Goya, cerca del Palacio de los Deportes, que una persona acudiría a esa dirección, preguntaría por él y debía hacerle entrega del mencionado paquete". Pol no recuerda haber recibido otra bolsa o paquete.

En los careos entre Rivas y Conde, los días 19 y y 22 de diciembre de 1994, el ex presidente de Banesto negó tajantemente la versión de su ex subordinado, tanto en lo que se refiere a una presunta entrega a Suárez como al hecho mismo de la retirada del dinero. "No es cierto en absoluto que jamás le haya dado la orden de que retirara dinero de caja", dijo Conde.

Pero, aparte de lo que consta en las declaraciones, que no siempre reflejan la totalidad de lo que se dice, hay una cosa que Mario Conde agregó en el tenso diálogo que mantuvo con Rivas el 22 de diciembre de 1994, un día antes de ingresar en prisión. El ex presidente de Banesto manifestó ante el juez que en ningún momento pensaba que Martín Rivas se había quedado con una peseta de los 300 millones retirados.

Por tanto, el anticipo de 300 millones, según consta en la contabilidad del banco, es un hecho, tanto por la documentación existente como por las declaraciones de Rivas y, ahora, de Belloso. Este último, asimismo, nos conduce a Mario Conde, quien le dijo que "eran asuntos del banco". Y si Rivas no se quedó con el dinero, como admite Conde, y Adolfo Suárez, según afirma, no fue el destinatario, cosa que el propio Conde también ha negado, ¿a dónde conduce todo esto? La palabra, evidentemente, la tiene Conde. Hay quizá alguna pista en una de las afirmaciones que Conde hizo en el segundo y último careo con Rivas y que no están recogidas en su declaración escrita. "Pero Martín ¿tú crees que estas cosas se hacen así? Cuando quieres darle dinero a alguien que sabes que no te lo va a devolver lo contabilizas como un crédito y das las instrucciones para que se sepa que no se pagará. Es lo que ocurre con lo s préstamos que se conceden a los partidos políticos".

En todo caso, la historia de los trescientos kilos, con sus destinatarios reales o ficticios, ha supuesto un quebranto para el banco. Conde, contra lo que declaró al juez, conocía el anticipo, según el testimonio de Belloso. Ahora, pues, tendrá que inventarse una nueva versión ya -que desde el pasado miércoles 31 de mayo hay un testigo de cargo.

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