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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Continuidad belga

LAS ELECCIONES legislativas en Bélgica han dado una patente de continuidad al Gobierno saliente, que dirige el socialcristiano flamenco Jean-Luc Dehaene. Contra todo pronóstico. Pero esto no significa que el reparto de votos no presente datos de interés en estos comicios, que son los primeros tras la reforma federal del Estado en 1993.Ha sido la continuidad precisamente la mayor de las sorpresas. En primer lugar, los socialistas , lejos de haber sufrido un castigo del electorado por su implicación ya confesa en el caso de corrupción de la compra de helicópteros a la firma italiana Agusta, han mejorado marginalmente su resultado; los socialcristianos se han mantenido, y los liberales, que se daban a sí mismos como beneficiarios de corrimientos considerables de votos, han sufrido una notable decepción. Si Dehaene mantiene la coalición gobernante contará con el apoyo de 81 diputados de los 150 de la Cámara federal. Si optara por sustituir a socialistas por liberales tendría 79. En la Cámara anterior contaba con 110 sobre 212, con lo que su situación relativa es básicamente la misma.

Al mismo tiempo, tampoco se ha producido la temida penetración electoral de los partidos extremistas, lo que en Bélgica quiere decir nacionalistas partidarios de la separación de Flandes, a la que quieren más o menos independiente con capital en Bruselas. También existe un separatismo valón o francófono, pero éste no parece ser sino mero reflejo del primero. En cualquier caso, ambos extremismos han sufrido una contención de su voto.

En las elecciones del domingo los belgas elegían, de acuerdo con el nuevo sistema, no sólo la Cámara federal, sino los Parlamentos nacionales de Flandes y Valonia, y a los representantes de la minoría alemana, que tienen plenas competencias legislativas internas y también algunas de comercio y relaciones exteriores. Ello obligaba a complicar tremendamente el procedimiento, puesto que, en vez de haber tantas papeletas como diferentes ofertas electorales, había una sola, lo que en algunos casos equivalía a una especie de mapa del sistema. de partidos, en vez de un boletín de voto, donde el ciudadano tenía que subrayar o marcar su preferencia. El sistema, sin embargo, parece haber funcionado sin mayores incidencias. La nueva estructura federal conduce, por añadidura, a una cierta geometría en la formación de Gobierno. Los dos partidos más votados en las dos grandes regiones se entiende que deberían figurar en la formación de Gobierno, socialcristianos en Flandes y socialistas en Valonia. Lo que lleva a esa continuidad del Gobierno de centro-izquierda bajo la dirección de Dehaene que muchos daban por descartada.

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