Hijos pródigos
Una buena noche de ballet, variada, con estilos que iban desde el academicismo de alto fuste de la Ópera de París, a la buena escuela leningradense de Joan Boix pasando por verdaderas rarezas para el público de aquí, como las líricas y a veces geniales coreografías neoclásicas de Uwe Scholtz, todo aderezado con buena técnica, alegría de danzar y elegancia.La gala del Centro Cultural de La Villa ofreció un nivel alto y bastante equilibrado en su conjunto. Los españoles que vuelven por un día -hijos pródigos- fueron generosos en sus interpretaciones, y los partenaires cumplieron. El teatro de la plaza de Colón, casi lleno y con efusivos aplausos, recuperaba así su buen hacer en esto de las galas, que resultan mejores cuando tienen un sentido, un tema que las justifique. El Madrid en Danza del ayuntamiento será breve, pero su oferta es coherente, digna, y ha empezado con muy buen pie: necesitamos ver este tipo de espectáculos, comprobar que el ballet español existe. No se percibe que hubiera en los municipales ambición de competencia con el otro evento paralelo del mismo nombre organizado por la Comunidad y el Inaem, sino interés por ofrecer buen baile; eso es tranquilizador. Importa el público, la danza.
Gala de Danza
José Martínez y Agnes Letestu (Ópera de París); Joan Boix y Alicia Olleta (Ópera de Düsseldorf); Roser Muñoz, Saul Marciali y Bienvenido Guisado (Ópera de Leipzig); Olga Cobos (SOAP Dance Theatre Frankfurt); Sonia Rodríguez y Johan Persson (Ballet Nacional del Canadá); Tamara Rojo y Carlos López (Ballet Víctor Ullate).Centro Cultural de La Villa de Madrid. 20 de mayo.
Digamos al menos algo de los artistas que viven lejos de casa. José Martínez es la brillante excepción por su elegancia y limpieza; Olga Cobos es la intensidad mayor por la energía; Joan Boix representa al artista cuyo amante más fiel es el ballet mismo, mientras Alicia Olleta posee puntas firmes y buen gusto. Roser Muñoz da un baile refinado y musical de gran altura, mientras Sonia Rodríguez goza del sutil y distante poder neoclásico con sus brazos que son ya impecables. Bienvenido Guisado es potencia y tesón.
La función tuvo como invitada especial a una bailarina que no está en el extranjero, Tamara Rojo, del Ballet Víctor Ullate, que ganó el oro senior en el concurso de París este año. Los organizadores, sensatamente, decidieron reunir en una misma función a Olga Cobos -que también ganó el oro senior en danza moderna en el mismo concurso- con Tamara, dos laureadas de gran futuro. Entre los acompañantes es de rigor destacar a Agnes Letestu, una potente bailarina que demuestra cómo se pasa sobriamente y sin rasgar vestidura alguna del clásico perfecto al rupturista Forsythe.
Babelia
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