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ELECCIONES EN ARGENTINA

Los argentinos apuestan por la estabilidad como garantía de futuro

Juan Jesús Aznárez

Rotunda, emulando en sus índices la euforia ciudadana observada 1973 con el inepto Héctor Cámpora, la victoria de Carlos Menem en los comicios argentinos del domingo demostró las verdaderas prioridades de la mayor parte de una sociedad históricamente atormentada por las asonadas militares, la hiperinflación o la ingobernabilidad. Encajando sus carencias, votaron por la estabilidad los grupos económicos y sociales más, poderosos, los desvalidos, gentes en precario o casi misérrimas y clase media: más de ocho millones de nacionales aparentemente convencidos de que el peronista riojano garantiza mejor que nadie un futuro mejor o sin sobresaltos.

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Los sucesos registrados en 1989, cuando la indigencia tomaba al asalto el pan y la leche, aún asustan, y la amenazante crisis financiera de principios de año no hizo sino consolidar al equipo que logró apañarla sin la temida reevaluación del peso.El principal caudal de voto de la clase media, sector social más disgustado por el estilo o autoritarismo del Gobierno, abandonó una fragmentada Unión Cívica Radical (UCR) y fortaleció las posibilidades del Frente del País Solidario (Frepaso), encabezado por el centrista José Octavio Bordón. No fue suficiente su reagrupamiento, en alianza con el radicalismo disidente, aunque la suma del descontento ronda los seis millones de sufragios.

El avance peronista fue arrollador y sostiene un gobierno de particular tendencia conservadora -popular y amplia base de votantes, puntualmente engrasada, cuando no atemorizada con el anuncio de males mayores de cambiar el sufragio. Estos argentinos mostraron escaso interés por ofertas electorales percibidas, por una razón u otra, como inciertas y poco seguras para tiempos que se anuncian duros y turbulentos. El pragmatismo se ha impuesto en las terceras elecciones generales consecutivas desde el retorno a la democracia en 1983, porque el masivo apoyo al dirigente que más seguridad parece ofrecer en el manejo económico subordinó las demandas de mayor independencia judicial, ética y limpieza en el funcionamiento de las instituciones. Aproximadamente, la mitad de los ciudadanos de este país sigue confiando en el programa económico inaugurado hace cinco años y se preocupa menos por las características del modelo político que lo acompaña o las denunciadas injusticias en la distribución de la riqueza.

Y alguno números, además de los logros de una Administración que heredó un país hecho trizas, explican el apabullante triunfo del líder justicialista. La denominada clase alta argentina representa el 11% de la población, la media, el 35%, y la clase baja, el 55%. Este último segmento apostó en bloque por el Partido Justicialista y un segundo mandato de su principal líder.

Concentrarse en lo social

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El ministro de Economía, Domingo Cavallo, ya ha anunciado que continuarán las reformas sin la servidumbre electoral. Menem anunciaba también una mayor atención al sector que no le votó. "A partir de hoy vamos a empezar a incursionar en el plano de lo social. Vamos a concentrar nuestros cañones en el tema de la desocupación".

Miguel Angel Broda, asesor de inversiones, piensa que el mundo económico actuará ahora con mayor tranquilidad y se abordarán los cambios estructurales abandonados en el último año. "La única solución es hacer una profunda reforma del Estado para que sin aumento del gasto público, y probablemente con disminución, mejore la eficiencia de. los suministros de los bienes sociales". La crisis financiera, la falta de liquidez en el sistema bancario parece, sin embargo, la prioridad más inmediata del Gobierno.

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