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Lo de Rafael de Paula, ya no puede ser

Antonio Lorca

Guateles / Paula, Jesulín, GonzálezToros de Los Guateles, mal presentados, flojos, mansos y manejables; todos sospechosos de pitones. Rafael de Paula: metisaca, pinchazo, estocada corta, tres descabellos -aviso- y cuatro descabellos (pitos); media baja y dos descabellos (silencio). Jesulín de Ubrique: media estocada (oreja); estocada corta caída (do! orejas). Cristo González: estocada caída (dos orejas); tres pinchazos y descabello (silencio). Plaza de Jerez, 14 de mayo. última corrida de feria. Más de media entrada.

Lo de Rafael de Paula no puede ser, y, además, parece ya imposible. El interés del público no es eterno; sobre todo, cuando los toreros se empeñan en lo contrario, y prueba de ello es que el aforo de la plaza se cubrió en poco Más de la mitad.

La verdad es que los milagros no existen, al menos en el toreo. Porque un milagro hubiera sido el triunfo de este torero veterano, que en otro tiempo tuvo muchísimos partidarios incondicionales y cuya estampa en la plaza levantaba clamores pero que hoy está carente de la más mínima condición física, frágil como el cristal, sorprendente, genial hasta en el fracaso, personalísimo, que concita encendidos amores, pero que pertenece a otra época.

El amor también se marchita, sobre todo cuando uno de los amantes no enciende la llama. Y Paula está más apagado que una vela en día de vendaval. Por eso, las palmas por bulerías con las que le recibieron sus paisanos se convirtieron en pitos de desaprobación final. Quién sabe si sólo fueron de desencanto al comprobar que su ilusión ya no existe 'Más que en el recuerdo.

Rafael de Paula tuvo, pero ya no retiene. Su problema es la más absoluta impotencia ante los toros. Así lo demostró ante un lote muy justo de presentación, dócil y noble, al que no le plantó cara en ningún momento.

Las zapatillas no le responden y bailan que son un primor. Huyó con el capote y con la muleta, y hasta sus toros se sorprendieron de tanta precaución.

Ni un solo detalle en ninguno de los dos, pero ambos le permitieron estar con tranquilidad, aunque hace tiempo que Rafael de Paula dejó de estar tranquilo hasta con su sombra. Una sombra del ayer es este torero, jerezano que conserva la estampa rancia, pero cuya genialidad está agotada. Sin duda alguna, un triunfo hubiera sido un auténtico milagro.Triunfó, sin embargó, Jesulín de Ubrique después de un comienzo de temporada titubeante y cargado de desconfianza. Con su segundo toro, el mejor presentado y encastado de la tarde, se mostró muy decidido, valiente y centrado en su clásico repertorio.

Labor emocionante

La labor de Jesulín de Ubrique fue emocionante porque la desarrolló muy cerca de los pitones y con gran dominio de la situación. Lució poco con su primero, de más lento recorrido, ante el que se mostró desdibujado.Espartaco aún no está recuperado, al parecer, de la voltereta que sufrió durante su ú Itima actuación en La Maestranza, en la pasada Feria de Abril de Sevilla, y su lugar lo ocupó Cristo González. Unafaena de la empresa a los espectadores de la que se benefició el torero de Chiclana.y la aprovechó sólo a medias.A Cristo González le concedieron las dos orejas de su primer toro por unos cuantos detalles a un animal que estaba endeble y resulta descastado. La faena fue larga y anodina, y sólo destacaron algunos derechazos. Mató pronto y le sorprendieron con un premio excesivo.Al último DE LA TARDE lo recibió decidido con el capote, pero el toro se vino abajo en la muleta y no le permitió ninguna floritura. Mató mal, y su recuerdo se perdió pronto. Importaba más la fugaz y triste reaparición de Rafael de Paula, el veterano torero de Jerez.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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