Las estrellas de Cádiz
XII Semana Flamenca
Chano Lobato, Calixto Sánchez, Manuel Moneo y Nano de Jerez, al cante; Manolo Franco, Antonio Carrión, al toque; Gema Cañabate, al baile, y su grupo
Auditorio Ciudad de Alcobendas, 13 e mayo.
La tercera y última sesión de este festival flamenco que en su duoécima edición se consolida como uno de los más importanes de la Comunidad de Madrid contaba con un atractivo plantel e figuras, algunas consagradas muy apreciadas entre la afición un nombre prácticamente desconocido en Madrid, el de Gema Cañabate, de Cádiz, paisana de Chano Lobato: los dos, sin duda, las estrellas de la noche.Al veterano cantaor se le hacía entrega de la Primera Distinción Flamenca de la popular Peña Chaquetón, cuyo titular obtuvo merecido éxito el día anterior. A sus 68 años y con un estado de salud no muy envidiable, su figura se ha convertido en un modelo ético y estético.
En esta ocasión, su simple presencia hubiera bastado para recibir el aplauso agradecido de todos cuantos seguimos su ejemplar trayectoria; sin embargo, su pundonor le hizo superarse y vimos a un hombre entregado, ocultando un punto de tristeza bajo su proverbial simpatía gaditana que realzaba su entrañable personalidad de artista. Sus soleares de Cádiz transmitieron el sabor rancio de una herencia que procede de Pericón y Manuel Vargas y el gran Aurelio Sellés.
Tras sus tangos y bulerías por las que introdujo con especial habilidad letras y aires de boleros, rumbas colombianas o tangos argentinos, Juan Ramírez Sarabia (su nombre de pila) volvió para acompañar por alegrías a una joven bailaora por la que él ha apostado con sabiduría. Y aquí el impagable artista recordó una lección magistral de cómo se interpreta el cante de atrás.
Con semejante maestro, Gema Cañabate no podía defraudar, igual que no había defraudado en un baile anterior por cañas, en la voz de Fernando Gálvez. Manejando una espectacular bata de cola y un rojo mantón de Manila, la gaditana se convirtió en la otra estrella del festival. Su estilo, lleno de clasicismo, no puede ser únicamente producto de la técnica y el estudio. Emanaba de Gema una perturbadora mezcla de solemnidad sagrada y de mítica sensualidad.
Nano de Jerez puso el excelente acento de los cantes de su tierra. No tuvo igual suerte su otro paisano, Manuel Moneo, a quien sólo la experta guitarra de Manolo Franco salvó del naufragio en cantes por bulerías. El mairenero Calixto Sánchez se reiteró en su imagen de marca: la repetición de unas dudosas formas flamencas.
Babelia
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