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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un buen acuerdo

LA FIRMA de una prórroga indefinida del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) por parte de todos los Estados participantes en la Conferencia - de la ONU convocada a tal efecto es una buena noticia. Y aunque había indicios de que se produciría un acuerdo que deseaban todas las potencias nucleares tradicionales (EE UU, Rusia, Francia, el Reino Unido y China), también ha planeado sobre la conferencia la amenaza de un endurecimiento de la postura de algunos países. Especialmente en Oriente Próximo eran fuertes las -voces de algunos países árabes que abogaban por negarse a la prórroga si Israel no firmaba el tratado.El TNP puede parecer a muchos un acuerdo casi colonial o al menos profundamente discriminatorio. Porque establece que algunos países pueden tener sus armas nucleares mientras todos los demás han de abstenerse incluso de la investigación necesaria para acceder a las mismas. Y sin embargo, el TNP es ante todo un acuerdo pragmático que ha sido instrumento útil para impedir que regímenes desestabilizadores o agresivos accedieran a armas nucleares con toda su potencial amenaza.

La bomba atómica ha sido inventada -y usada- hace ya medio siglo, y el conocimiento no es reversible. Existe. Y hoy son muchos los físicos que con ciertos materiales radiactivos y tecnología relativamente accesible pueden fabricarla. De ahí que sea especialmente importante un control efectivo que impida la pesadilla de Estados dictatoriales o fanáticos con posibilidad de recurrir a armas nucleares en conflictos regionales.

El problema no está en que Estados Unidos, Rusia, China, el Reino Unido o Francia tengan estas armas. Las posibilidades de que recurran a su uso son hoy menores que nunca desde Hiroshima y Nagasaki. Para los citados países, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, el armamento nuclear es hasta hoy irrenunciable. Pero incluso si alguno o todos decidieran liquidarlas, la vigencia del TNP serguiría siendo la misma. E imprescindible el compromiso de las potencias nucleares de no facilitar a terceros material y tecnología susceptibles de ser utilizados para su fabricación.

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Son países como Israel, la India, Pakistán, Irán o Corea del Norte los que pueden ser percibidos por su vecinos como una amenaza por el hecho de contar con armamento nuclear. Y en algunos casos, como el de Israel, está confirmado que posee la bomba. De ahí las fuertes presiones de los países árabes para que Israel firme el TNP y se someta a las inspecciones del Organismo Internacional para la Energía Atómica, que vigila el cumplimiento del mismo.

Israel no ha firmado el tratado, pero EE UU se ha unido por primera vez al coro de quienes exigen que todos los Estados de Oriente Próximo se sometan a estas inspecciones. Es dar tiempo al tiempo. Israel, rodeada por regímenes cuyo principal objetivo era la destrucción del Estado judío, ha considerado la bomba nuclear como una garantía de supervivencia. Si Israel logra alcanzar un acuerdo de paz global con todos sus vecinos será más fácil que acceda finalmente a renunciar a la mlisma. Para ello es imprescindible también que Irán no logre llevar a cabo sus planes nucleares.

Con el arma atómica pasa como con cualquier arma o instrumento de fuerza: ya que existe, es mejor que la tengan los menos posible y que éstos sean -por sus sistemas de garantías democráticas, sus acuerdos internacionales y su peso y responsabilidad en el concierto internacional- aquellos Estados con menos probabilidades de intentar utilizarlas. La prórroga indefinida del TNP es un mecanismo que ha demostrado ser efectivo para que así sea.

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