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Expertos europeos afirman que la flexibilidad laboral no reduce el paro

Andreu Missé

El elevado nivel de desempleo en Europa no se debe a unos mercados laborales muy rígidos. La flexibilidad del mercado de trabajo, por sí misma, no reduciría el paro. Estas sorprendentes afirmaciones -que chocan frontalmente con las recomendaciones de la OCDE y del G-7- son las conclusiones más relevantes del estudio del Centre for Economic Polícy Research (CEPR). El estudio destruye también otros mitos como que las nuevas tecnologías y el Estado de bienestar crean paro o que los países emergentes roban empleo a Europa.

El informe, que se presentará próximamente en España, analiza la situación en Francia, Grecia, Italia, España y el Reino Unido y ha sido elaborado por George Alogoskoufis, Charles Bean, Giuseppe Bertola, Daniel Cohen, Juan Dolado y Gilles Saint Paul.) Los autores consideran que la petición de liberalizar los "escleró ticos" mercados laborales europeos para crear un modelo más flexible, como el de EE UU, carece de fundamento. Señalan que en el mercado europeo "uno de cada seis o siete empleos es creado o destruido cada año". La tasa es sólo un poco más baja que la de Estados Unidos o Canadá. "Los mercados europeos de hecho no son tan escleróticos" señala Juan Dolado. El informe cita la experiencia del Reino Unido. La fuerte reducción de los subsidios y de la protección al empleo y la caída del nivel de sindicación registrados desde 1979 no se han traducido en una baja del paro. Así, en 1960, el desempleo en el Reino Unido fluctuaba entre el 1% y el 3,5% y en 1970 entre el 3% y el 6%. En 1983 subió hasta el 12,4%. Después volvió a bajar al 6,8% en 1990 para subir de nuevo al 10% en 1993. No existe, por tanto, relación entre desregulación y paro.

Otra desmitificación es la de que los países en desarrollo roban empleo a Europa y aumentan las desigualdades en Estados Unidos. Los expertos del CEPR señalan que los países emergentes deberían tener una ventaja comparativa en la producción empleando mano de obra de baja cualificación. El aumento del comercio con estos países conduciría a un incremento de los salarios de los trabajadores cualificados y una caída de la retribución de los menos cualificados en el mundo occidental. Tales cambios deberían reducir la relación entre el empleo cualificado y el no cualificado en todas las industrias (porque el empleo cualificado sería relativamente más caro). Pero según la evidencia empírica en Estados Unidos resulta lo contrario: mientras los salarios cualificados han subido, la ratio entre el empleo cualificado y el no cualificado aumenta en la mayoría de industrias.El CEPR también mantiene una posición iconoclasta respecto al impacto de las nuevas tecnologías sobre el empleo. En su opinión, el problema de Europa "no es por un cambio tecnológico demasiado grande, sino demasiado pequeño". El informe indica: "La evidencia histórica refuta la idea de que los empleos son destruidos por las nuevas tecnologías. La productividad hoy es 10 veces mayor que en 1900, pero el desempleo no se ha multiplicado por 10. El progreso también crea empleo".

Los economistas, hacen notar que "un alto nivel de creativa destrucción de empleo", debida a un alto grado de cambio tecnológico, debería ser asociado con más desempleo. Pero los datos sugieren, sin embargo, que hay una relación inversa entre la cantidad de empleo recolocado y el promedio de desempleo en 1980. Por tanto, una alta tasa de recolocación no implica una alta tasa de paro.

Tampoco el Estado de bienestar es el culpable del paro. Los expertos se preguntan si la mayor duración del desempleo en Europa es consecuencia de las generosas prestaciones sociales. El informe destaca que a pesar de que Europa contaba con ayudas más generosas al desempleo, el paro en el viejo continente era la mitad que en EE UU en 1950 y 1960 Y recuerda que el Estado de bienestar no creció de golpe a partir de 1970.Reforma imposible

A juicio de los expertos, la razón fundamental de por qué fracasan todas las medidas para luchar contra el desempleo es porque en la mayoría de los casos son inaplicables en las sociedades democráticas. En el caso de la desregulación laboral identifican tres razones. Primero, porque hay mayor número de perjudicados que de beneficiados. Segundo, porque los beneficiarios son muy heterogéneos -pequeños empresarios, accionistas, obreros cualificados- y con intereses muy difíciles de conciliar. Tercero, por la incertidumbre al cambio.

El informe presenta un modelo analítico que ilustra quién gana y quién pierde con la desregulación y las dificultades de aplicarla. La población es dividida en cinco grupos según la renta y el nivel de. cualificación. Toma como base antes de reforma la estructura de renta y paro de Francia, que es del 11,7%. Después de la desregulación el modelo es EE UU con una tasa de desempleo del 6,4%. El CEPR señala que el apoyo de la reforma es muy ajustado ya que sólo beneficia al 44% de la población laboral. El modelo demuestra también que la reforma provocará la oposición de los perdedores, los más dispuestos a movilizarse. Por ello la tendencia será mantener el statu quo.

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