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Entrevista:Franz VranitzkyJefe de Gobierno de Austria

"Es prematuro entrar en la OTAN"

No pudo ver al presidente del Gobierno español, Felipe González, en marzo, en el congreso del Partido de los Socialistas Europeos en Barcelona y optó por viajar a Madrid el miércoles para entrevistarse con él dos meses antes de que empiece la presidencia española de la Unión Europea (UE). Franz Vranitzky, de 57 años, canciller (primer ministro) socialdemócrata de Austria, quería averiguar las intenciones de España durante el segundo semestre de 1995. Desde hace más de ocho años, Vranitzky encabeza un Gabinete de coalición con el Partido Conservador. Artífice del ingreso de su país en la UE en enero, el canciller asegura que los países pequeños "han desempeñado un papel relevante" en la construcción europea por el que, da a entender, deben ser premiados en la reforma institucional de 1996, y se muestra dispuesto a ingresar en la Unión de Europa Occidental (UEO), pero considera prematuro tomar una decisión sobre la OTAN.Pregunta. ¿Cómo explica que Austria sea la democracia europea donde la extrema derecha, que encarna el Partido Liberal de Jorg Haider, cosecha los mejores resultados electorales (23% en 1994)?

Respuesta. No tengo ningún motivo para defenderle, pero diré que no sólo representa a la extrema derecha. Él y algunos de su equipo tienen inclinaciones hacia la extrema derecha, pero no todo el partido comparte esas simpatías. Es una formación demagógica y populista, que con su rechazo a lo que viene de fuera, a las instituciones, etcétera, cosecha votos más allá de ese ámbito.

P. Desde un punto de vista aritmético, cabe una coalición alternativa a la que usted encabeza para gobernar Austria entre socialdemócratas y conservadores. La formarían estos últimos con la extrema derecha ¿Puede cuajar?

R. Tenemos un pacto los socialdemócratas con los populares (conservadores), y creo que todo el mundo tiene la voluntad de preservarlo hasta las elecciones generales de 1998.

P. Tras la elección de Kurt Waldheim como presidente de la república, la percepción del papel de Austria en la Segunda Guerra Mundial ha cambiado. Los austriacos han pasado de ser víctimas a ser cómplices de la Alemania nazi, y usted ha reforzado esta imagen al reconocer en Jerusalén en 1993 la responsabilidad de Austria en el holocausto.

R. Tras la Segunda Guerra Mundial, los líderes políticos que regresaron a Viena desde el exilio o el campo de concentración restablecieron la república y los cimientos del nuevo sistema político. Las relaciones entre ellos eran delicadas. Socialdemócratas y democristianos trabajaban juntos, pero siete años antes eran acérrimos enemigos. A causa de, está fragilidad de sus relaciones, no se preocuparon mucho por averiguar quién era responsable del desastre nazi en Austria. Tras los años cincuenta los dirigentes austriacos se podían haber ocupado del pasado reciente del país, pero tampoco lo hicieron. Cuando en 1991 dije, en un discurso en el Parlamento federal austriaco, que era necesario hacer frente a la historia, resalté que no había una responsabilidad colectiva de los austriacos, pero que no debíamos hacer la vista gorda ante el hecho de que un buen número de compatriotas apoyaron individualmente la dictadura de Hitler y todas sus exacciones que condujeron al holocausto. Así se abrió una nueva pagina en la historia de Austria. Desde entonces, y especialmente dos años después, en la Universidad Hebrea de Jerusalén, quedó claro que Austria se había desembarazado de esa vieja imagen que la representaba como la primera víctima del nazismo. Aunque las palabras llegaron con algún retraso, tampoco era demasiado tarde. En todo caso fue necesario pronunciarlas.

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P. ¿Cree usted que los países de Europa del sur deben temer la próxima ampliación al Este de la UE porque los nuevos miembros serán los destinatarios prioritarios de fondos estructurales de ayuda a los menos desarrollados en detrimento de los mediterráneos?

R. Algunos de mis buenos amigos en España temían incluso la adhesión de Austria, que orientaba más la UE hacia Centroeuropa. Todo el mundo tiene derecho a estar preocupado por no perder la buena posición que ocupa. Le recordaré que, cuando en la historia de Europa ha habido amenazas a la paz y a la estabilidad, han venido del Este y del Sur. Luego tienen que ser para nosotros dos regiones prioritarias. Y así seguirá sucediendo tras el ingreso de nuestros vecinos orientales. Cuando el presidente González habla de los riesgos y desafíos que supone para Europa la situación en el Magreb, comparto su punto de vista.

P. A pesar de ser un país neutral, Austria ya goza del estatuto de observador en la UEO, el pilar europeo de la defensa. ¿Será algún día miembro de pleno derecho?

R. Dependerá de los avances que se efectúen en la Conferencia Intergubernamental de 1996 de la UE en materia de política exterior y de seguridad común. Un país neutral no tiene, en principio, por qué permanecer al margen de la arquitectura de seguridad común.

P. Si esos avances ahondan la seguridad común reforzando el papel de la UEO, ¿pedirá Austria el ingreso?

R. Sí. En principio estaremos listos para incorporarnos.

P. Ser miembro de la UEO es tener un pie en la OTAN. ¿Solicitará también el ingreso?

R. Desde que desapareció el Pacto de Varsovia, el rumbo de la OTAN no está del todo claro. Habrá que ver cómo evolucionan en los próximos años su doctrina y sus objetivos. Entonces se podrá tomar una decisión. Ahora es muy, muy prematuro.

P. ¿Cree usted que la conferencia de 1996 debería modifica el peso de cada Estado en el Consejo de Ministros de la UE tomando más en consideración su importancia demográfica? Lo grandes países están subrepresentados con relación a los pequeños.

R. Ésta es la manera de pensar de España. Hablo en nombre de un país pequeño y, por supuesto, deseo que Austria tenga también en el futuro una justa representación en las instituciones de la UE. Los Estados pequeños han jugado un papel relevante en la construcción europea, y por eso es correcto que puedan tener cierta sobrerrepresentación desde el punto de vista español. No es una postura egoísta, sino de reconocimiento a su labor en pro de la integración. No nos gustaría que se produjese un cambio.

P. ¿Había oído decir que el protagonismo de la construcción comunitaria correspondía al eje París-Bonn?

R. Depende de con quién hable.

P. Entre 15 miembros de la UE ya es difícil tomar decisiones. Cuando sean 20 o 25 socios será casi imposible. ¿Cómo solucionarlo?

R. Éste el asunto más delicado con vistas a la conferencia de 1996, e incluso en los próximos diez años, porque trascenderá de los plazos dé la conferencia. Gobiernos y parlamentos deberemos trabajar intensamente. No se trata sólo de determinar si la Comisión Europea debe ostentar más poder que ahora, a lo que diría más bien sí, sino también de definir la función de los parlamentos nacionales en un sistema en el que se toman las decisiones a nivel europeo. Cuanto más se ahonde la construcción, más sofisticada será la toma de decisiones.

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