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Otros integrismos

Parece que el mundo ha salido de una pesadilla, la de la confrontación entre superpotencias antagónicas, armadas hasta los dientes, cuyas áreas de influencia cubrían el planeta entero; del terror a que esa tensión pudiera provocar una guerra de dimensiones globales y de un poder destructivo sin precedentes en la historia de la humanidad. Pero, desgraciadamente, no hemos salido de la pesadilla de los fundamentalismos, sean éstos de índole nacionalista o religiosa, que son hoy el principal peligro de desestabilización política. Y son, también, causa de conflictos regionales capaces de acabar con la vida, la libertad o la prosperidad de los pueblos que tienen la mala fortuna de sufrirlos.Pero no todos los fundamentalismos, tienen relación con el islam, o con conflictos étnicos o territoriales entre ignotas naciones, como tenemos tendencia a pensar los ciudadanos de los países occidentales. Hay otros, profundamente arraigados en estos mismos países, que pueden llegar a manifestarse con extrema violencia y, hasta en algún momento, poner en peligro la propia existencia de los Estados laicos y democráticos. Aunque éstos, alentados justamente por quienes desde siempre han combatido a los fundamentalismos, parecen tener solidez suficiente como para soportar sus embates.

Acabamos de ser testigos de un ejemplo brutal de este otro tipo de fundamentalismo en el. atentado de Oklahoma. Sus autores son, al parecer, miembros de una de las muchas sectas que intentan imponer, incluso por la fuerza, su propia visión del mundo y de la sociedad, plagada, además, de exclusiones, de irracionalidad y de violencia. Como hace ahora dos años, otra de estas sectas protagonizó la espantosa masacre de Waco. Y cada cierto tiempo un nuevo episodio nos recuerda que el huevo amenazador de la intolerancia también anida en uno de los países que más ha contribuido a lo que hoy entendemos, por democracia y pensamiento científico.

Seguramente ese caldo de cultivo tenga que ver con la persistencia de una concepción providencialista de lo que es Estados Unidos, su especial relación con la divinidad y el racismo y el desprecio de los otros que de esa visión se derivan. De ahí que, coexistiendo con algunos de los hallazgos más afortunados de las sociedades libres, periódicamente se agite ese fundamentalismo, cuya presencia se atisba, también en la nueva mayoría republicana de las Cámaras legislativas.

Como resulta patente también en el hecho de que, en determinados Estados, las autoridades educativas intervengan, en un país que detesta la intervención de cualquier autoridad, para impedir la enseñanza de lo que pudiera oponerse a la lectura más literal y disparata de la Biblia, por mucho que la evidencia científica en contra sea abrumadora.

Así, después de décadas de lucha por una enseñanza que se atuviera únicamente a la objetividad científica, las autoridades del Estado de Alabama, como avanzadilla de lo que puede suceder en otros Estados, están considerando volver a imponer que la historia de los seres vivos sobre la tierra, incluyendo la de la propia especie humana, no sea explicada en los libros de texto en el marco de la evolución natural, que sería considerada como, una mera teoría sin valor de prueba. Y que se siga proponiendo el creacionismo como explicación plausible de esa historia.

Muchos científicos y docentes están alarmados por el retroceso que se produciría si, al revisar a finales de año, los textos para las escuelas públicas, las autoridades de ese Estado vuelven a forzar que se trate con el mismo peso la evolución natural y el creacionismo. Es decir, una teoría que ha proporcionado un contexto para la explicación del surgimiento y evolución de los seres vivos, universalmente aceptado por los científicos, junto con otra que está absolutamente desacreditada y que no responde más que a creencias sin justificación racional.

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Si no se cultiva la razón entre los niños, si no se les enseña a ponderar los hechos y a argumentar racionalmente, ¿no se estará contribuyendo a que haya más Oklahomas? Y, más cerca de nosotros, si se atiborra la mente de los escolares con visiones del mundo míticas, irracionales o racistas, inmunes a la crítica y al pensamiento racional, ¿no se estarán poniendo las bases de un mundo más intolerante?

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