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El debate televisado refuerza a Chirac como gran favorito frente a Jospin para ganar la presidencia

El conservador Jacques Chirac se mantiene como favorito en la carrera hacia la presidencia de Francia. Tras el debate televisado del martes por la noche, en el que el alcalde de París y el socialista Lionel Jospin se emplearon con cortesía exquisita e hicieron tablas, en ambos cuarteles generales se opina que sólo un improbable vuelco de última hora evitaría la victoria de Chirac. Con la campaña en sus estertores, François Mitterrand presidió ayer su último Consejo de Ministros. "Hoy concluye toda una época de la historia de Francia", dijo el ministro del Interior, el gaullista Charles Pasqua.

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El debate dio motivos de satisfacción a ambos campos. Los partidarios de Chirac constataron con alivio que su candidato, quien como favorito era el que más arriesgaba, había salido airoso de la última prueba antes del veredicto de las urnas. Chirac estuvo comedido, sonriente, tranquilo. Y no cometió ningún error de importancia. Era lo que su gente esperaba de él. Sus más antiguos incondicionales echaron en falta algo de pasión, pero eso, el ardor, fue lo que le perdió en el debate de 1988, frente a Mitterrand.

Esta vez, la lección estaba aprendida. No perder era ganar. Chirac derrochó prudencia. "Ya nadie puede discutir que Jacques Chirac posee el empaque de un presidente", declaró su portavoz, el joven gaullista François Baroin.

En el bando de Jospin también se cantó victoria. Un sondeo telefónico de emergencia encargado por medios próximos al Partido Socialista dio el triunfo, por un estrechísimo margen, al candidato de la izquierda, en quien el público había apreciado más combatividad y más concreción. "Lionel Jospin demostró su dimensión de estadista, expuso sus ideas muy pedagógicamente y apareció más moderno que su rival", comentó Pierre Moscovici, uno de sus más cercanos asesores.

Según Moscovici, Jospin había abierto "nuevas perspectivas a la política francesa". Sobre eso coincidían todos: la izquierda contaba ya con un nuevo peso pesado. Incluso el portavoz de Chirac, Baroin, admitió que Jospin "no desmereció en absoluto" durante el debate y se había mostrado como un hombre "capaz y honesto", si bien con "las ideas un poco dispersas".

Sobre el tono del debate, más bien plano, hubo divergencia de opiniones. Martine Aubry, hija de Jacques Delors y líder renovadora del PS, echó en falta un poco de combatividad. "Quizá sobraron cifras y detalles menudos", se lamentó, aun calificando el cara a cara de "muy interesante y revelador". Michel Rocard, ex primer ministro y ex primer secretario del PS, dijo, en cambio, que "la ausencia de demagogia, frasecitas asesinas y golpes bajos fue un éxito para la democracia". "Todos deberíamos alegrarnos", añadió.

A los electores, en general, no les entusiasmó el choque de los candidatos. Sólo 16,7 millones de ellos siguieron la retransmisión, menos que en 1988 y muy por debajo de los al menos 20 millones de audiencia que esperaban las principales cadenas de televisión.

Mientras tanto, ajenos a la elección presidencial del domingo, dos políticos se despidieron ayer. François Mitterrand, el presidente enfermo, celebró el último Consejo de Ministros. Más de medio siglo de vida política y más de 1.200 consejos de ministros concluyeron en una reunión 'Inesperadamente emotiva", según un miembro del Gobierno.

El portavoz gubernamental, Philippe Douste-Blazy, leyó en nombre de todo el Gabinete un breve mensaje en el que se expresaban "los mejores deseos" a un hombre político que había "escrito una página de la historia de Francia". Mitterrand agradeció el gesto estrechando la mano a cada uno de los ministros. También se despidió Èdouard Balladur, primer ministro y candidato vencido, aunque su adiós no fue definitivo. Su próxima salida del palacete de Matignon, para dar paso a un nuevo jefe del Gobierno, le alejará del poder, pero no de la vida política.

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