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Pujol advierte que un acuerdo PSOE-IU le haría reconsiderar su apoyo al Gobierno en 1996

Jordi Pujol manifestó ayer su inquietud porque un posible acuerdo entre el PSOE e Izquierda Unida para gobernar ayuntamientos y comunidades autónomas tenga repercusiones en la política socioeconómica del Gobierno, introduciendo cambios contrarios a los criterios que defienden los nacionalistas catalanes y que justifican su apoyo parlamentario a Felipe González.El presidente de la Generalitat pronosticó que "IU no daría su apoyo gratis" al PSOE y advirtió que una situación así podría condicionar el apoyo de CiU a la gobernabilidad a partir del uno de enero de 1996.

Pujol lanzó esa advertencia por la mañana en una entrevista radiofónica pero por la tarde, en conferencia de prensa, se negó a profundizar en sus palabras con el argumento de que todo esto, hasta después de las municipales, es un "hablar por hablar" que provocan los periodistas con sus preguntas, y que lo único que es real es el compromiso de CiU de mantener el apoyo al Gobierno, "pase lo que pase en las elecciones [del 28 de mayo]", hasta el 31 de diciembre. En definitiva, el apoyo se mantendrá "hasta que se apruebe, o se rechace, el presupuesto para 1996".El presidente catalán reiteró que, tras esa fecha, CiU hará balance del resultado de su colaboración con el Gobierno y sólo entonces decidirá si lo mantiene o no para todo 1996. Ese balance tendrá en cuenta la política económica aplicada por la Administración central y los avances en política autonómica y valorará especialmente la capacidad del Gabinete socialista para seguir gobernando en una etapa que se caracterizará por la necesidad de tomar medidas estructurales, no siempre populares, para cumplir los compromisos de convergencia, europea. Un acercamiento del PSOE a IU podría resultar contradictorio con la política económica defendida por Pujol.

En el seno de la coalición nacionalista son muchos quienes creen que el desgastado Gobierno de Felipe González será incapaz de conducir esas reformas, por lo que las elecciones anticipadas en primavera serán inevitables. Pujol deberá enseñar sus cartas mucho antes del 31 de diciembre. Si decide romper con el PSOE avanzará las elecciones autonómicas catalanes, previstas para finales de marzo, a los últimos meses de 1995 para que no coincidan con unas legislativas adelantadas.El Gobierno catalán está confeccionando un documento en el que se recoge todo lo obtenido del Gobierno central desde que en julio de 1993 CiU inició su colaboración con el Gobierno socialista, con la intención de demostrar a la opinión pública española que es falsa la imagen de chantaje a la Administración central. Una imagen que preocupa extraordinariamente a Pujol, por lo que éste se muestra muy moderado en sus reclamaciones autonómicas, lo que al mismo tiempo desespera a aquellos nacionalistas que desean justificar ante su electorado, con, triunfos en la mano, que la colaboración con el PSOE ha merecido la peina. Aludiendo a las campañas anticatalanistas, Pujol dijo que si España fuera el diario Abc "sería difícil sentirse ligado a ella. Un país es mucho más que un diario, que un partido, que Felipe González y que Aznar, gracias a Dios".Joaquín Leguina salió ayer en defensa de un acuerdo entre los socialistas e Izquierda Unida. El presidente de la Comunidad de Madrid y candidato a la reelección dijo que ese acuerdo es "más importante a medio plazo, en tres, cuatro o cinco años, que el apoyo de CiU al Gobierno" y, además, "va más allá" de la coyuntura electoral de estas elecciones municipales y autonómicas, "que son importantísimas. El presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, precisó que el PSOE podrá pactar con Izquierda Unida en aquellas comunidades autónomas cuyos dirigentes tengan "personalidad" y "peso político" y no sean, simplemente, unos "mandados" de Julio Anguita.

Mariano Santiso, de IU, interpretó las palabras de Pujol como un primer paso para "descolgarse" del pacto con el PSOE si éste sufre un descalabro electoral.

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