Solana resta importancia a las bombas de Ceuta pero promete "seguir vigilante"
El ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, aseguró ayer que la reciente explosión de dos artefactos en Ceuta, reinvindicados por un supuesto grupo terrorista, no reviste "gravedad alguna en este momento", según la información que le ha facilitado el departamento de Interior, peró agregó que el Gobierno va a "seguir vigilante" para impedir que hechos de este tipo se repitan en el futuro.
Por su parte, la delegada del Gobierno en Ceuta, Carmen Cerdeira, insistió ayer en atribuir las bombas a delincuentes comunes, informa Chema Lizarralde. Aseguró que las pruebas obtenidas tras las explosiones de los pasados días 7 y 18 de abril, que destrozaron dos automóviles sin causar daños personales, abundan en la hipótesis de que sus autores pertenecen al hampa.
Cerdeira afirmó que la reivindicación de las explosiones por parte de un grupo terrorista, que asumió la colocación de los artefactos mediante misivas a la redacción en Rabat del diario saudí As Sharq el Ausat y a la embajada de España en Marruecos, no es creíble.
Tanto la autodenominada Organización del 21 de agosto para la Liberación de los Territorios Marroquíes Usurpados, como su presunto líder, Mohamed Abdu, no han dado signos de vida en los últimos 20 años.
La delegada del Gobierno efectuó un llamamiento a la tranquilidad de la población ceutí y opinó que un grupo terrorista nunca hubiera utilizado artefactos caseros de tan poca potencia como los que ocasionaron las explosiones de los dos vehículos durante el mes de abril.
Desde el Ayuntamiento, el alcalde de Ceuta, Basilio Fernández, reconoce que no existe certeza sobre el origen de las explosiones. Fernández ha pedido, no obstante, a la Delegación del Gobierno celeridad para clarificar cuanto antes la verdadera autoría de los artefactos.
Los colectivos musulmanes de Ceuta restaron también gravedad a los hechos. Varios representantes de la comunidad islámica negaron, cuanto menos, la colaboración desde la ciudad con presuntos grupos armados.
La organización 21 de agosto repartió octavillas antiespañolas en Ceuta y Melilla en los setenta, coincidiendo con algunos pequeños atentados nunca reivindicados, pero desapareció durante la el proceso de descolonización del Sahara y no volvió a saberse de ella hasta ahora.
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