Una pareja recupera a su hijo biológico ante el desgarro del niño y de la familia adoptiva
"¡Monstruos, monstruos!" era el insulto más suave que le gritaban los vecinos, algunos de ellos entre lágrimas, ante la vigilante mirada de una docena de policías. Otakar Kircliner no vaciló y avanzó hacia una mujer que sostenía entre sus brazos a un niño de cuatro años. Otakar tendió los brazos hacia su hijo biológico: Richard, el niño, lloraba desesperado y se aferraba a su madre adoptiva. Todo fue inútil.
Otakar, con su mujer al lado, cogió a su hijo, lo metió en su furgoneta y se fue. La madre, que quiso mantener la proximidad física hasta el último momento, corrió hacia su casa llorando. Allí, varios familiares sujetaban al marido para impedir que saliera. Minutos antes, Richard se le había echado al cuello: "¡No dejes que me lleven!".
Las desgarradoras imágenes del fin de semana tenían como escenario una casa de Chicago y eran el desenlace de una larga pelea en los tribunales. Hace 4 años, Daniela Janikova tuvo al niño. Otakar Kircliner, el padre, estaba fuera de EE UU. Tras el nacimiento y convencida de que su novio Otakar la había abandonado, Daniela entregó al recién nacido para que fuera adoptado. Pero Otakar, contra todo pronóstico, volvió y reclamó al niño.
En junio de 1994 -Daniela y Otakar se habían casado previamente-, el Supremo de Illinois falló en favor de los padres biológicos.
El Tribunal no atendió el argumento de que tanto Ia familia adoptiva como el niño "sufrirían un fuerte desgarro emocional", así que el pasado domingo llegó el momento fatal. Al principio, se acordó un plan para tratar de suavizar el trauma, pero fue imposible. Después de una parada en un McDonalds, para distraer el disgusto de Richard, las cámaras de televisión pudieron recoger después al niño sonriendo tímidamente al bajar, de la furgoneta y jugando en su nueva casa.
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