Inmovilismo
Dicen que hay que adaptarse a "el mundo en que vivimos", como si lo que así designan fuese un producto exógeno y no la consecuencia de otras adaptaciones anteriores y como si sus pretenciosos, o más bien pretendidos, cambios no fuesen tanto causa como efecto de tan perseverante afán de adaptación. El mundo humano se habría ido volviendo tan endógeno que ya no engendra causas que osen enfrentarse a causas sino tan sólo causas que se ciñen a acomodarse a los efectos de esas mismas causas con las que rehuye la confrontación. Sería difícil aceptar que pueda haber sido así es e principio; más bien lo que se diría que ha pasado (es una mera hipótesis, casi una alegoría) es que, a causa de la creciente subsunción de las antiguas causas "exteriores", eso que tan temerariamente se complacen en llamar "realidad" podría haberse enroscado de tal forma que hasta la propia relación, de causa-efecto habría sido apresada en una órbita de tan perversa circularidad que aun el principio mismo no sena ya mas que un juego de ilusión. El inmemorial principio de causalidad, presupuesto primario de toda acción humana dirigida conforme a consecuencia de sentido, se estaría convirtiendo -o revelando-, así pues, como un encantamiento que podría designarse como "espejismo del tiovivo". El caballito blanco persigue eternamente al caballito negro, que eternamente persigue al caballito blanco. La eterna fuga del negro parece efecto de la persecución del blanco y a la vez causa de la fuga de éste, que a su vez... etcétera.
(Venus de alcoba) Diestras manos de maga celestina adornarán con fronda de encajes y bordados el embozo de las sábanas, emulando la blanca y rizada orla de espuma de la mar que baña las playas de Afrodita, para el barroco lecho de esta venus castellana.
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