Los servicios de emergencia simulan un atentado dos días después de enfrentarse a uno real
La realidad se anticipó a la ficción. Los servicios de emergencia tenían previsto simular un atentado terrorista con coche bomba durante las IV Jornadas sobre Catástrofes, organizadas durante esta semana por el Ayuntamiento de Madrid. Y lo hicieron ayer fingiendo la explosión de un autobús en la Casa de Campo. Todo trampa y cartón; sólo dos días después de enfrentarse a un hecho real de las mismas características: el atentado de ETA contra el líder del PP, José María Aznar, que causó 19 heridos, entre ellos, una mujer que se debate entre la vida y la muerte.
, "Pretendemos que el ciudadano sepa que, después de una catástrofe de este tipo, la ciudad puede volver a la normalidad en poco más de una hora, como ya vieron en el atentado del miércoles", explica José Luis Gilarranz, jefe del Servicio de Ambulancias Municipales (SAMUR) y coordinador de las jornadas.Otros años han ensayado accidentes aéreos o ferroviarios. "Simulamos aquello que tiene más posibilidades de ocurrir en una ciudad como Madrid, parece improbable que esta ciudad sufra un terremoto; y tampoco tiene volcanes, pero sí hay accidentes y atentados", concluye Gilarranz.
En la farsa participaron bomberos, sanitarios del SAMUR, policías y empleados del servicio municipal de Protección a la Edificación. También 11 especialistas de cine, que representaron a los nueve heridos y a los dos muertos del siniestro, todos ellos pasajeros del autobús.
Efectos especiales
El artífice del atentado fue Reyes Abades, profesional de los efectos especiales galardonado con " tres goyas, el último de ellos por la película Días contados, de Imanol Uribe, y los anteriores, por Beltenebros, de Pilar Miró, y ¡Ay, Carmela!, de Carlos Saura.
Su coche bomba tenía una apariencia destructiva. Pero la técnica utilizada para mostrar la explosión del autobús y de una pequeña vivienda era más fallera que mortífera. Sus artefactos son aparentes -había entre el público quien pasó miedo-, aunque no destructivos.
"A tres o cuatro metros del vehículo ya no se corre ningún peligro", explica Abades. Uno de los heridos, que salió despedido envuelto en llamas, era su propio hijo. "Llevaba un traje de fórmula 1 cubierto con una crema especial, que concentra mucho calor, pero sin peligro; luego, también hay que saber moverse para evitar riesgos", añade.
Si la desgracia era falsa, el rescate, no. Por el escenario,' situado junto a los recintos feriales de la Casa de Campo, desfilaron, en la misma secuencia que durante una catástrofe real, todos los servicios de emergencia.
Policías nacionales y municipales acordonaron la zona; bomberos y ambulancias municipales atendieron a los heridos y sofocaron el fuego; acudieron también los servicios de detección y desactivación de explosivos y, por último, el servicio municipal de Protección a la Edificación intervino en los inmuebles afectados, retirando escombros o derribando ruinas. Los últimos en llegar fueron los servicios de limpieza.
El simulacro costó alrededor de cinco millones de pesetas, financiados, según el consistorio, por una treintena de empresas colaboradoras del Ayuntamiento.
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