"Un pésimo candidato que suría un estupendo presidente"
Hay que oir a Lionel Jospin en un mitin para comprender porqué los socialistas le escogieron candidato y por qué parece condenado a no ganar. En Lille, después de elogiar la ciudad, la militancia, de celebrar que aquella fuese la mayor y más cálida reunión de la campaña y recordar que su padre era de los alrededores de Lille -grandes aplausos, entusiasmo, gritos de "¡Vamos a ganar!" y "Jospin presidente"-, pasa revista a la otra parte de su familia, la materna, que es del Sur, de cerca de Toulouse, y promete que será en ésa ciudad donde aún reunirá a más partidarios. Estupor y decepción.La rareza de ser honesto
A Jospin se le eligió para candidato porque es honesto, trabajador, competente y de izquierdas, algo que a veces parece raro en las filas del Partido Socialista francés, pero no se le considera un buen candidato casi por lo mismo, porque carece de esa brizna de fantasía -a veces la llamamos demagogia- que llevó a Mitterrand al Elíseo con un Programa Común en el que no creía y con 110 propuestas de las que más de la mitad fueron abandonadas enseguida.
Un psiquiatra ha hecho un diagnóstico de las características de los tres principales candidatos a la presidencia de la República. Se expresó en los siguientes términos: "Balladur es un mal candidato y sería un mal presidente; Chirac es un estupendo candidato pero sería un pésimo presidente; Jospin es un pésimo candidato pero sería un estupendo presidente".
Lionel Jospin, con su pelo ensortijado, blanco desde hace años, tiene 57, con tres hijos y casado por segunda vez el año pasado, alumno de la prestigiosa ENA (Escuela Nacional de Administración) es funcionario del Ministerio de Exteriores. Su sensibilidad progresista hizo que renunciara a la carrera diplomática y se convirtiese en un burócrata en el aparato del Partido Socialista.
En 1993 pareció renunciar a la política y su progresivo alejamiento de Mitterrand se unió a una crisis sentimental. Durante la actual campaña su segunda esposa, Sylviane, le acompaña en todos los actos públicos y le aporta un respaldo que el PS y Mitterrand le han dado en cuentagotas.
La sombra del anciano y enfermo presidente oscurece todo el panorama de la izquierda y Lionel Jospin irrita cuando sólo celebra el Mitterrand europeísta, pero denuncia "la deriva gestionaria" o la llamada "gauche caviar", el equivalente de nuestra gente guapa que tiene la virtud de poner nervioso a un rigorista protestante como el candidato socialista.
Los barones torpedean
Laurent Fabius, Jack Lang y otros muchos barones del PS intentaron torpedear su candidatura, primero proponiendo otros outsiders, después negándole el apoyo y más tarde a través de, frases de aliento con doble sentido.
Finalmente, la tenacidad del socialista Jospin ha podido con todos sus correligionarios y ese tipo que no quiere prometer paraísos, contrario a las utopías, que construye frases inacabables y repletas de subjuntivos, acusado de sectario, ha acabado por ser la única esperanza creíble de la izquierda.
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