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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las dudas del PNV

LA CONMEMORACIÓN del centenario de la fundación del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que se cumple este año, y las referencias a la autodeterminación han marcado el Aberri Eguna, Día de la Patria vasca, celebrado el pasado domingo. Como se recordó en los discursos, casi la mitad de esos 100 años los ha vivido el PNV desde la ilegalidad o la clandestinidad impuestas por las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco. Ambas interrupciones de la normalidad política quebraron el proceso de paulatina integración del nacionalismo vasco en la vía constitucional a través de la estrategia autonomista. Ésta consiste básicamente en alcanzar un pacto con el poder central por el que los nacionalistas renuncian, explícita o implícitamente, a reivindicar la independencia a cambio de un determinado nivel de autogobierno: aquel que garantice la supervivencia de la identidad colectiva cuestionada.En su práctica política, el nacionalismo vasco se atiene a esa estrategia, pero no renuncia a invocar de vez en cuando aspiraciones más radicales. En los últimos años, la palabra autodeterminación, ajena a la tradición del PNV, ha sido incorporada a su discurso como un nuevo factor de autoafirmación nacionalista y advertencia al poder central. Más recientemente ha sido considerada por sus dirigentes principales el elemento clave de la pacificación, y de ahí que resulten incomprensibles las críticas de varios de ellos, en este Aberri Eguna, contra quienes "mezclan lo que son legítimas aspiraciones políticas, como la autodeterminación, con la violencia". Fue el PNV quien puso en relación ambas cosas en su aportación a la conferencia de Elkarri.

En la batalla dialéctica suscitada por esta novedad, los nacionalistas han reprochado a los dirigentes de otros partidos haber renunciado a una consigna tras la que habían desfilado en manifestaciones celebradas a fines de los setenta. Casi toda la oposición- invocaba la autodeterminación antes de la aprobación del estatuto de Gernika, pero desde que se afianzó la autonomía había sido una consigna utilizada sobre todo por Herri Batasuna, aunque también la asumió el partido de Garaikoetxea tras su escisión del PNV.

En todo caso, los líderes del PNV no podrán decir que ellos no han modificado su posición al respecto. En un célebre discurso pronunciado en un teatro de Bilbao a comienzos de 1988, Xabier Arzalluz ironizó Preguntándose si algunos querían la autodeterminación "para plantar berzas". Lo hizo en el contexto de una reflexión autocrítica respecto al sectarismo del nacionalismo en la construcción de Euskadi, y sirvió de punto de partida para el despliegue de una línea moderada y pragmática. Esa nueva orientación, que fue bautizada como la del "nacionalismo del bienestar", por contraposición al agonismo de otros partidos, permitió al PNV reafirmar su primogenitura en el campo nacionalista, cuestionada por la escisión. La diferencia de apenas 37.000 votos que había separado al PNV y EA en las europeas de J987 se convirtió en una distancia de 175.000 en las autonómicas de 1990.

El problema fue que esa recuperación del PNV no impidió una pérdida de peso del nacionalismo en su conjunto. De haber agrupado a dos tercios del voto total en 1986 pasó a recoger algo menos de la mitad en 1993. En las autonómicas de 1994 ha remontado algo, pero se mantiene un equilibrio entre el nacionalismo democrático (PNV, EA) y las fuerzas no nacionalistas (PSOE, PP, IU), bloques que agrupan en torno al 40% cada uno. Ese equilibrio lo rompe en favor del nacionalismo HB (con el 16% de media), y de ahí los intentos de acercamiento mediante concesiones como la de la autodeterminación. Sin embargo, mientras no corte amarras con ETA, cualquier intento de asociar a HB a un proyecto común pondría en peligro el apoyo de esos sectores moderados que han permitido al PNV reconstruir su hegemonía. De ahí las dudas e incluso las contradicciones de sus mensajes.

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