_
_
_
_

De las cenizas de Sendero Luminoso

La miseria peruana facilita el resurgimiento de un nuevo 'terrorismo justiciero'

Juan Jesús Aznárez

, Años atrás, cuando Sendero Luminoso irumpía a bombazos esurgimiento de un nuevo en los vestidores de la burguesía limeña y amenazaba con levan tar por los aires los pasos de Jesús el Nazareno y la Virgen Dolorosa, Isabel Suasnacar escapaba de la sierra ayacuchana espantada por asesinos en armas junto a la pobreza, las malas autoridades o la subvención comunista. La ilustración maoista llegó primero con catecismos ateos y pedruscos. "Ahí nomás empezaron a matar a los que se les oponían". Después, los bata llones antiterroristas impusieron su propio horror. Castrado su abuelo con la hoz y el martillo recibió tierra en una sepultura próxima a la del hijo, reventado por militares a los que inútilmente había negado ser un sobón de los terrucós. Volvieron éstos y forzaron el enrolamiento del hijo adolescente. "Mi madre se desmayó de pura pena. Pero qué nos que da. Sólo seguir adelante, pues".

La detención de Abimael Guzmán Reynoso después de más de 10 años de rastreo y 30.000 muertos catapultó la popularidad de Alberto Fujimori, reelegido presidente en las elecciones del pasado día 9 en agradecimiento a que las cargas de dinamita están ya muy lejos de Lima, la devoción puede presenciar en paz las procesiones de Semana Santa y el precio del litro de leche se mantiene. Su aplastante victoria demostró que a la mayoría de los peruanos les preocupa más la resolución de sus diarias penurias que la independencia de los poderes ejecutivo, legislativo o judicial. Isabel Suasnacar, de 27 años, quisiera algo de ayuda para resolver las suyas. Forma parte de la diáspora de los cientos de miles de peruanos todavía en el limbo, expulsados de sus hogares por la ferocidad de una violencia sin cuartel que hace un mes cobró brío en los bastiones fortalecidos por el senderismo aprovechando que el Ejército debió levantar el cerco y retirar las mejores tropas para su envío a la cordillerra del Cóndor, durante la disputa fronteriza con Ecuador.

Milicias descalabradas

La campesina serrana, sin trabajo y desesperanzada, sueña con la vuelta a casa. "A veces me pongo a llorar recordando mi pueblo". A partir de 1993 volvieron unos 120.000 aldeanos y fue posible el retorno cuando al encarcelamiento de Abimael Guzmán en un penal insular del Callao siguió una ofensiva militar que agravó el desánimo de sus iluminadas milicias, descalabradas unas, rendidas otras o refugiadas las más ultras en la guerrilla de Óscar Ramírez, Camarada Feliciano. Nora Monroy, reportera del diario local El Mundo, relató desde Huancayo la historia de la huérfana, resumen de otras igualmente terribles.Los adoctrinadores, recuerda, entraron en su pueblo en 1981 con folletos de lectura obligatoria en las aulas y eran protegidos por escoltas que escarmentaban con la muerte o el tormento a los explotadores y rateros. "También llegaron los militares y cometían abusos, violaciones y robos. Nos obligaban a darles comida y si no les dábamos nos decían 'ustedes son terrucos' y mataban a nuestra gente. Ambos cometían abusos". Las mujeres huían a los cerros para evitar su violación o tortura, padecida por el abuelo de Isabel al descubrir una de las partidas que había dado agua a una patrulla militar. "Uno de los terrucos dijo que mi abuelito era un soplón, y delante de nosotros le sacaron las uñas y le cortaron la lengua y el cuello; y hasta el sexo". La noche del 15 de junio de 1982, un pelotón de soldados se llevó al padre. Días después, lo encontraron detrás de una loma desnudo, volteado, con varios tiros en las sienes. Un cartelón colgado al cuello advertía: "Así van a morir los sobones de los tucos". Tres meses más tarde le tocó el turno a su hermano, que se resistía y lloraba cuando era arrastrado, hasta los banderines de enganche de la paranoia china. "Hasta ahora no sabemos dónde está".

Nadie sabe tampoco cuándo Perú logrará su total, pacificación. El, narcotráfico inyecta 1.000 millones de dólares anuales en la economía (125.000 millones de pesetas), enriquece a mandos militares corruptos y financia algunas de las andanzas redentoras del rebelde Feliciano y sus 700 leales, a cambio del paso franco para la coca del Alto Huallaga o de los valles amazónicos. El completo aniquilamiento de Sendero Luminoso no parece fácil, mientras la mitad de los 22 millones de peruanos sufran pobreza o marginación. Según un documento de la Asociación Peruana de Estudios e Investigaciones por la Paz, el convencimiento puede ser rápido cuando en la recluta se convoca a hijos de los agricultores andinos más pobres, sin posibilidades de prosperar y sintiendo que son discriminados por los costeños. En el profesorado que aborrece la corrupción e inoperancia del sistema de partidos, herido de muerte en los últimos comicios, la causa revolucionaria encontró adeptos. Los ojeadores baten también los colegios de primaria y secundaria, menos contaminados por el orden institucional a destruir.

Pese a los vítores oficiales, la sustancial disminución de la violencia política y el encarcelamiento o sitio de los últimos misioneros de Mao en el mundo, se ha registrado el reagrupamiento de algunas columnas rebeldes, hostigamientos a las Fuerzas Armadas y nuevos asesinatos de civiles. La fuerza del terrorismo justiciero ya no es la misma y su recomposición es extremadamente difícil. Pero su resistencia obliga al Estado a combatirla con cuantiosos recursos y a mantener la vigencia de los tribunales militares y el Estado de excepción en casi el 60% del territorio nacional. Isabel Coral, que dirige un centro de asistencia a los 600.000 desplazados, advierte contra el surgimiento del trabajo político en los poblados más miserables de Lima y tierras altas de los Andes. "La gente de Abimael ha vuelto a la lucha política y esto es algo de lo que nadie parece darse cuenta". "Están estableciendo una presencia", agrega, "no hablan de Sendero, se presentan únicamente como activistas para tratar de ganarse la confianza del pueblo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_