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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Impulso antirreligioso

En el editorial de EL PAÍS del pasado 31 de marzo se arremetía contra la encíclica papal con el impulso antirreligioso al que nos tiene acostumbrados este periódico. (Aunque lo niegue el defensor del lector, Juan Arias).El razonamiento de tal ataque no se mantiene en pie en cuanto se analiza. Me parece muy bien que EL PAÍS considere que el aborto debe ser legal, que los anticonceptivos deben ser gratuitos o que la eutanasia es un logro progresista; pero lo que me produce risa y perplejidad es que se le niegue al Papa la libertad de decir lo que piensa. Léase si no el último párrafo del editorial, en donde se afirma: "Pero inculcar en los ciudadanos la idea de que las leyes tienen sólo una apariencia de legalidad' es una incitación a desafiar el poder legislativo que ninguna sociedad organizada, y con más razón la democrática, puede aceptar".

¿Qué piensa el editorialista hacer para no tolerar tal afirmación? ¿Qué considera que deberían hacer los Estados ante esa afirmación? ¿Piensa promover el secuestro de la encíclica? ¿Va a impulsar una quema pública en las plazas? ¿Promoverá una campaña de censura previa?

Es pasmoso cómo el talante intolerante de las ideologías siempre acaba notándose. La de EL PAÍS es positivista, estatalista: se tendrán que acostumbrar a oír y respetar opiniones que no les gusten; ¡sólo faltaba!El Papa puede decir lo que le venga en gana y yo también. ¿Puedo decir que la pena de muerte en Estados Unidos tiene sólo apariencia de legalidad? ¿Puedo decir que el abordaje del Estai tiene sólo apariencia de legalidad? ¿Se me permite afirmar que la actuación de la OAS francesa en Argelia tuvo sólo apariencia de legalidad? Los tres ejemplos, a vuela pluma, son hechos denunciables respaldados por democracias. Por ese mismo razonamiento, las opiniones de Amnistía Internacional o Greenpeace que critiquen leyes elaboradas en democracias deberían ser censuradas.

Criticar leyes o actuaciones emanadas de una democracia no ataca la libertad, no daña al régimen político: intenta mejorarlo y pone las cosas en su sitio. Recuerda a las personas y a las sociedades que la fuente de legitimación no son los Estados, nos recuerda el valor de la conciencia individual, introduce un soplo de aire fresco en tanta rigidez legalista, alimenta el espíritu crítico.

La democracia no garantiza la legitimidad, ¿o es que ya nos hemos olvidado de que Hitler fue elegido por más del 44% de la población alemana?.-

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