"No estoy afectado por síndrome de Estocolmo"
El principal líder de la oposición ecuatoguineana, Severo Moto, internado en la cárcel de Black Beach (Malabo), fue entrevistado el martes en la televisión de su país. Esta es la transcripción literal de sus declaraciones, facilitadas por Radio Exterior de España.
EL PAÍS Pregunta. ¿Usted recibe visitas durante su estancia aquí en la cárcel?
Respuesta. La visita del secretario de Estado de la Seguridad y la de la asistenta que me prepara la comida.
P. ¿Ha recibido usted la visita de un miembro de algún organismo internacional o representación diplomática acreditada en el país?
R. Sí, bueno, en este momento tengo a mi lado al representante permanente del PNUD (Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas), que me parece que es la cuarta visita que he recibido de él. Me han visitado los dos parlamentarios que acudieron al congreso del PDG, creo que también ha llegado aquí el encargado de negocios de la Embajada americana y ha habido otra reunión muy importante en la Secretaría de Estado de la Seguridad, en la que había bastantes personalidades y un nivel internacional bastante aceptable. Estaba también el embajador español. Me siento en cierto modo un preso privilegiado. Yo no sé por qué.
P. En este caso, los círculos informativos españoles se dedican a desbaratar y difamar el proceso democrático en curso en Guinea Ecuatorial. Hasta lanzan insultos a las autoridades ecuatoguineanas y dicen que usted está sometido aquí a malos tratos y según su contestación parece que se encuentra bien, ve a todo el mundo. Efectivamente, ayer lunes uno de los periodistas del diario El Mundo se entrevistó contigo ayer en la cárcel pública de Black Beach, ¿qué puede explicarnos al respecto?
R. Yo no sé si la pregunta hay que circuncribirla a esto último que ha dicho o a todo el mal del proceso democrático. Yo he estado casi tres semanas, primero en arresto domiciliario y segundo en prisión y no puedo hablar sobre el proceso de transición democrática porque no sé por qué cauces circula, en estos momentos. La noticia de que un periodista se ha atrevido a entrar hasta Black Beach y entrevistar a Severo Moto me parece algo como hablar de Las Mil y Una Noches o de los cuentos de Egón como se dice aquí, pero ha debido ser un sueño que el periodista ha tenido, pero que desde luego no se ha realizado. Tengo que decir que es prácticamente imposible por una sencilla razón. Mi régimen en la cárcel de Black Beach es terriblemente cerrado, cosa que me parece muy bien. Estoy en compañía de personas tanto del jefe de la cárcel como de la persona encargada de hacerme compañía, que es absolutamente imposible que se haya producido aquí una entrevista y que antes de que se publicara hubiera sido denunciada por los que realmente me controlan en la cárcel. Por lo tanto me parece muy pobre, si hay que decirlo así, la idea que ha tenido el periodista de decir que ha entrevistado a Severo Moto en la cárcel. Yo considero que es un bocado muy bonito periodísticamente, pero yo creo que no lo ha conseguido. Además, es absolutamente imposible.
P. En el encuentro con los dos diputados españoles que asistieron al segundo congreso ordinario del Partido Democrático de Guinea Ecuatorial dijo usted que su deseo era pedir clemencia pública. Dicha petición ¿es para su encarcelamiento actual o su próximo juicio sobre los supuestos casos de atentar a la seguridad nacional?
R. Bueno, esta pregunta yo debería responderla con cierta amplitud. A lo mejor con los diputados únicamente me centré en una forma general pidiendo clemencia al jefe de, Estado. Yo pedía clemencia o si hay que llegar hasta el indulto en una perspectiva amplia. Es decir, yo sabía dónde estaba, con un tribunal que se había celebrado, y tenía tremenda perspectiva de futuro de un juicio que me estaba esperando. Yo considero que en un año dos juicios, a cual más peligroso, eran demasiado para lo que es un ser humano y, desde luego, conociendo todos los trámites y los entresijos de la justicia guineana yo preferí saltar y salir al encuentro del jefe del Estado en cuyo nombre se celebra, se ejerce la ley en este país. Entonces, con la experiencia del primer juicio y la experiencia o el conocimiento de un segundo juicio en cuestión de un año preferí, con todos los respetos a la justicia, saltar al encuentro del jefe del Estado guineano y solicitar lo que he solicitado a través de los diputados y a través de prácticamente todas las visitas que he recibido durante estos días para que realmente la persona en cuyo nombre se ejerce la justicia en Guinea Ecuatorial y en cuyo nombre se ejerce la ley fuera la que de alguna forma tuviera un gesto conmigo, tanto de indulto como de podíamos llamar, clemencia con respecto a mi persona. Debo decir, ampliando, que creo, que la trayectoria política que yo he tenido desde que comencé a hacer política hasta que llegué a Guinea Ecuatorial y fundé el Partido del Progreso tengo la sensación de que está muy cargada, posiblemente sin deseo, pero muy cargada de accidentes y a lo mejor uno necesita un poco esa especie de perdón general y volver a comenzar de nuévo. Creo que el jefe de Estado tiene perfecta capacidad, perfecta legitimidad para abrir sobre mí, sobre mi partido y sobre todos los que pudieran sufrir las consecuencias de mis avatares políticos y volvamos a comenzar de nuevo, si es que es posible eso.
P. En este caso, puede decirnos cuál es la experiencia que se llevó en el primer juicio?
R. La primera experiencia... Dése cuenta que hacía muchísimo tiempo que no se celebraban juicios en el famoso cine Marfil y yo volví a inaugurarlo en una línea que me pareció... Intentó ser un juicio popular. Afortunadamente o desafortunadamente el presidente del tribunal y mi abogado particular pidieron al público que no se manifestara tal como ellos creían que tenían que manifestarse. En segundo lugar, me dolió de alguna manera el que mis abogados protestaran desde el principio de que no habían sido suficientemente dotados de todo el material para poder ejercer una defensa digna y documentada. Por otra parte, vi que el presidente del tribunal tenía un Pepito Grillo que soplaba permanentemente a su oído, lo cual me daba la sensación de que estaba el juicio preparado con anticipación. En cualquier caso, no puede uno aceptar la pérdida o, como si fuera un asunto que había que aceptar. Lo normal es que yo no esté de acuerdo con el veredicto final aunque sí me someto a lo que es, como es normal, al veredicto y justamente es, por lo que he tenido que salir al encuentro del jefe del Estado de Guinea Ecuatorial para que, saltando para mí todas las irregularidades que pudieron celebrarse o producirse en el tribunal fuera él, al final, en cuyas manos pudiera encontrar yo la clemencia y el indulto tanto para mí como todos los que estuvieran implicados en esto.
P. ¿Tiene algún mensaje que enviar a su familia o al Gobierno español?
R. Al Gobierno español no tengo ningún mensaje que mandarle. Creo que se han lanzado muchos mensajes y a lo mejor algunos se han desvirtuado. Yo quisiera ser muy claro en esto. A mi pueblo, al que pertenezco, el pueblo de Guinea Ecuatorial, y naturalmente al jefe del Estado. A mi pueblo, pues sencillamente, para de alguna forma serenarlo y todos aquellos que de alguna forma han tenido algo que ver conmigo en el sentido del partido político que hemos creado, espero que disfrute de buena salud, sepan que me han escuchado, me pueden incluso ver, disfruto de muy buena salud. Bueno, tengo, lo normal, paludismo, problemas de poca importancia, no afectan realmente a o que es mi salud. en segundo lugar, mi familia, muy en concreto, no sé si me escucharán o me verán en España, pues decirles que estoy bien, que creo que des pués de haber lanzado el mensaje de petición de indulto y de clemencia al jefe del Estado, lo máximo que cabe en estos momentos es esperar el resultado de estas decisiones y todo lo que signficara crear un clima de tensión a base de declaraciones que pudieran estar absolutamente al margen de lo que es la realidad profunda que yo vivo en Black Beach. Tengo que decir que yo vivo hoy en un Black Beach que, primero, yo no esperaba encontrar cuando me trajeron. Segundo, llevo un mes largo y da la sensación de que de Black solamente existe el nombre. Qué pasará después si yo salgo de aquí. No lo sé. Pero el mes que llevo en Black Beach yo creo que no es el Black Beach que yo conocí en la primera historia de infortunio en la que me metieron aquí. Yo creo que aquí ha habido un trozo de democracia. Lo ha debido de haber. Alguien dirá este hombre puede estar afectado por el síndrome de Estocolmo. Pues yo creo que no. Yo vivo ahora una realidad que me sorprende profundamente. Primero, que recibo diariamente, yo iría hora tras hora, la visita de un secretario de Estado a quien yo tenía muchísimo miedo antes de venir aquí que resulta que ha creado una especie de serenidad y una especie de calma en mi alma. Y cuando yo le veía venir los primeros días temblaba de miedo y hoy incluso podemos, si llega el tiempo, a jugar al dominó. De modo que, tengo que decirlo con absoluta claridad. Me encuentro en un Black Beach que yo no esperaba encontrar. Finalmente, repetir, reiterar, para bien de este pueblo, porque creo que, no sé, mi presencia en Black Beach si no frena un poco el proceso, permite que ese proceso se distorsione con las informaciones falsas que hay fuera. Y un poco en plan chiste: a lo mejor si yo salgo de aquí ya no habrá tan falsa información...
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