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Reportaje:

La guerra de las lechugas

Alfonso Muro, jardinero jubilado de 65 años, nunca ha perdido el tiempo en mirar cómo crece la hierba. Prefiere contemplar el pausado ritmo con que se desarrollan las lechugas... o las habas, o los tomates. El es uno de los usuarios de los huertos de ocio que la Comunidad de Madrid tiene en San Fernando de Henares (28.314 habitantes). Trescientos vente huertanos que ahora están en pie de guerra. La manera de trabajar de los actuales gestores -la empresa pública Sermasa- les tiene permanentemente indignados.Ahora no les preocupa el gorgojo de la patata, y la sequía que calcina la Península no es la que les afecta a ellos. Los problemas de estos agricultores vocacionales son más domésticos. "Nos cortan el agua continuamente hasta que se nos secan las hortalizas, el ingeniero agrícola que nos debería asesorar sobre la agricultura biológica nunca está y nos han cerrado el restaurante", resumió cabreado, el pasado sábado, Juan Rodríguez Sánchez, de 40 años,, carpintero de Torrejón de Ardoz (87.219 habitantes) y vocal de una de las cuatro asociaciones que aglutinan a los huertanos.

Muro es testigo a diario de estos problemas. "Además nos obligan a comprar en su tienda los productos biológicos el doble de caros que en Torrejón", se queja, bota de vino en mano, impasible al inusual sol de abril. Las normas de estas concesiones de 250 metros cuadrados también establecen que no se pueden utilizar productos químicos artificiales, como herbicidas o fertilizantes. "¿Qué se piensan que vamos a utilizar?

En mi parcela echaré sólo cosas buenas porque luego las lechugas se las van a comer mis híjos", justifica.

Los huertanos también denuncian que el número de huertos se ha quedado en 320, en vez de los 1.000 previstos en el proyecto, y aseguran que con los anteriores gestores (una cooperativa) todo iba mejor.

Por su parte, la Agencia del Medio Ambiente (AMA) regional, propietaria de esta finca, argumenta que Sermasa se encargará de hacer labores de divulgación de la finca.

Aseguran además que pronto se solucionarán las quejas de los usuarios y que el bar se abrirá en cuanto se reciba alguna oferta interesante (el último concurso público quedó desierto).

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Mientras, los huertanos esperan que se haga realidad la última frase de un proverbio chino que cuelga de su tablón de anuncios: "Si quieres ser feliz toda tu vida, plántate un huerto".

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