"Nos lo estamos tomando como un juego", dice la madre del niño mordido por un leopardo enjaulado

Alejo mira con sus ojos de tres años el yeso que cubre su pierna izquierda. Las vendas no dejan ver los rasgones que los colmillos de Kira, un leopardo hembra de siete años que vive en el zoológico Parque Grande de San Fernando de Henares (28.000 habitantes) dejó en su pierna."Con él nos lo estamos tomando como un juego: sabe perfectamente que le ha mordido un leopardo, no un gato", dice su madre, Susana, apenas repuesta de uno de los mayores sustos.

"Probablemente dentro de un tiempo tenga pesadillas, por ahora está muy bien".

Se lo toman como un juego para minimizar los daños psicológicos que pudiera sufrir el chiquillo, poco más que un bebé. Pero el suceso pudo acabar en una tragedia. No quieren hablar de ello. "Si habláis, salid al pasillo", ordena el padre.

El pasado martes Alejo -hijo de argentinos afincados en Madrid desde hace siete años- acudió con otros 100 niños de su guardería al zoo. El crío trepó por los barrotes de la jaula hasta una altura de un metro, y el animal lanzó sus fauces a su pierna izquierda: fractura de tibia y peroné.

Solo entre barrotes

La directora del zoológico, Maribel Ayala, asegura que el chiquillo estaba solo cuando recibió el mordisco. Otro niño de la guardería dio el aviso y un monitor golpeó al leopardo para que soltase la pierna de Alejo, pero sólo enfureció al animal. Luego un cuidador del zoo consiguió que Kira soltase la pierna y pudieron liberar a Alejo, atrapado entre los barrotes.

El chiquillo, un precioso moreno de ojos vacunos, se recupera en una habitación del hospital Doce de Octubre de la operación a la que fue sometido para dejarle otra vez la pierna recta. El ya canturrea zalamero llamando a su mami. Ella, Susana, y su marido no han decidido de momento qué acciones judiciales emprender ni si denunciarán al zoológico o a la guardería donde envían a su hijo. "Ya hay trámites policiales, porque el hospital de Alcalá de Henares notificó las lesiones", explica.