_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Edad Media

Manuel Vicent

El mendigo tocaba la flauta al pie de la catedral junto a una mujer y un perro. Algunos filó sofos creen que estamos en el ini cio de una nueva Edad Media, con sus tres notas esenciales: el caos, el terror y las sectas. Éste era un mendigo moderno, un precursor medieval. Hubo un tiempo en que, en medio del caos, todas las catedrales mos traban las piedras esplendorosas, recién labradas, pero esta Edad Media que se avecina se encon trará con aquel gótico roído por el monóxido de carbono, aunque dentro de esa ruina el terror apa recerá intacto y floreciente. El mendigo tocaba la flauta. Cómo un juglar antiguo, trataba de ex traer del aire un poco de armonía a cambio de unas monedas, y sin duda su perro le admiraba. Las fachadas, cresterías y capiteles de las catedrales están llenas de serpientes aladas, dragones, hi dras, gárgolas y basiliscos. Estos monstruos asoman sus fauces abiertas por las comisas tratan do de defender el misterio que en su interior guarda el edificio. En la Edad Media estos monstruos atacaban. Ha vuelto a suceder el otro día. Los agnósticos dicen que sólo se trataba de un cascote desprendido desde el alero a cau sa del abandono. Los verdaderos creyentes en la nueva Edad Me dia saben que no fue así. En rea lidad, una de aquellas hidras, o tal vez un dragón, se había preci pitado a traición sobre la espalda del mendigo músico y de un mor disco le había partido la cervical. Las gentes deben tomar esto como un primer aviso. Las cate drales se yerguen ahora con to das sus piedras podridas y a su alrededor florecen unas sectas que unen el fanatismo a la daga, al suicidio colectivo o al gas letal en el suburbano. Participando de este terror sagrado los mons truos de las cornisas también han recobrado la vida. La primera víctima moderna ha sido un mendigo de Murcia que tocaba la flauta; pero tal vez muy pron to las serpientes, basiliscos, gár golas y dragones comenzarán a actuar ferozmente contra todos los infieles. La nueva Edad Me dia está ahí. La última encíclica del Papa la acaba de anunciar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_