Edad Media
El mendigo tocaba la flauta al pie de la catedral junto a una mujer y un perro. Algunos filó sofos creen que estamos en el ini cio de una nueva Edad Media, con sus tres notas esenciales: el caos, el terror y las sectas. Éste era un mendigo moderno, un precursor medieval. Hubo un tiempo en que, en medio del caos, todas las catedrales mos traban las piedras esplendorosas, recién labradas, pero esta Edad Media que se avecina se encon trará con aquel gótico roído por el monóxido de carbono, aunque dentro de esa ruina el terror apa recerá intacto y floreciente. El mendigo tocaba la flauta. Cómo un juglar antiguo, trataba de ex traer del aire un poco de armonía a cambio de unas monedas, y sin duda su perro le admiraba. Las fachadas, cresterías y capiteles de las catedrales están llenas de serpientes aladas, dragones, hi dras, gárgolas y basiliscos. Estos monstruos asoman sus fauces abiertas por las comisas tratan do de defender el misterio que en su interior guarda el edificio. En la Edad Media estos monstruos atacaban. Ha vuelto a suceder el otro día. Los agnósticos dicen que sólo se trataba de un cascote desprendido desde el alero a cau sa del abandono. Los verdaderos creyentes en la nueva Edad Me dia saben que no fue así. En rea lidad, una de aquellas hidras, o tal vez un dragón, se había preci pitado a traición sobre la espalda del mendigo músico y de un mor disco le había partido la cervical. Las gentes deben tomar esto como un primer aviso. Las cate drales se yerguen ahora con to das sus piedras podridas y a su alrededor florecen unas sectas que unen el fanatismo a la daga, al suicidio colectivo o al gas letal en el suburbano. Participando de este terror sagrado los mons truos de las cornisas también han recobrado la vida. La primera víctima moderna ha sido un mendigo de Murcia que tocaba la flauta; pero tal vez muy pron to las serpientes, basiliscos, gár golas y dragones comenzarán a actuar ferozmente contra todos los infieles. La nueva Edad Me dia está ahí. La última encíclica del Papa la acaba de anunciar.
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