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Una pandilla de punkis atemoriza todo un edificio de Chamberí

Elsa Fernández-Santos

Media docena de adolescentes coronados con crestas de colores ha logrado que los pelos también se les pongan de punta a los 91 vecinos que residen en el número 46 de la calle de Ponzano (Chamberí). Los jóvenes -acusados de pequeños robos, de golpear en las puertas y de amenazar con violar a las ancianas del inmueble- Regaron a la casa de la mano de una vecina de 18 años, Esther. "Una pijita muy normal", según un vecino; "una chica a la que le gustan las malas compañías", según otro. Ayer, el propietario de la finca, además de denunciar la pandilla a la policía, contrató a un guarda jurado para que vigile la entrada al edificio.

"Les tengo mucho miedo", afirmaba ayer el portero de la casa, Vicente, de 65 años. "Creo que andan mucho por Argüelles" añadió, que no acertaba a la hora de etiquetar a la pandilla: "Son spins de esos, pero también hay algún pun". Pára Jesús, de 28 años, un albañil que trabaja en las obras de saneamiento del edificio, la pandilla se ha crecido al ver cómo los vecinos les tienen auténtico pánico."Cada vez que aparecen por aquí, la calle se vacía y nadie se atreve a moverse de su casa. Sólo son cuatro o seis y muy jovencitos. Uno de ellos es muy alto, con pantalones militares y cresta: Pero el peor es uno muy pequeñito, que tiene mucha mala leche".

Ayer, el propietario de la finca y otros vecinos -que habían oído la noticia en Onda Madrid- se concentraron para discutir la situación en la puerta del edificio. La contratación de un guarda jurado para vigilar la entrada pareció relajar el ambiente. La otra noticia era que los padres de Esther, la vecina que supuestamente había abierto las puertas de su piso y las del edificio a los punkis, llegaban de Almería para llevársela a su pueblo. "Sólo me adelantan las vacaciones", aclaró luego la joven.

"Es una chica muy maja, todo hay que decirlo, pero tiene muy malas compañías", señalaba un vecino. Otro apuntó: "Tiene problemas psíquicos". Y añadió otro: "A veces viene acompañada por un negro". Jesús, el joven albañil del edificio, fue más generoso: "Es una chica muy mona y muy, educada". Esther, que estudia "idiomas", vive con su tía Enriqueta, una enfermera de 49 años. Según su tía, la joven padece bulimia. Pero para su tía el único problema es la excesiva "bondad" de la joven. "Ella es muy desprendida y esta casa es muy grande". Esther, atrincherada en su domicilio, esperaba ayer la llegada de sus países. "¿Que vengo con un negro? Pues claro, es un compañero de clase, un chico encantador", afirmó airada ante los tendenciosos comentarios vecinales. "Me voy de vacaciones y luego volveré con mi tía a mis clases".

La última 'visita'

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Esther pasó la madrugada del lunes fuera de su casa paseando con su perra. Según su tía, intenta huir de los acontecimientos. Según los vecinos, "a saber".

El lunes tuvo lugar la última visita de la pandilla de punkis y los vecinos decidieron llamar a la policía para acabar con los sustos. Poco antes de llegar la policía la pandilla salió corriendo y se metió en el metro.

Sobre sus polémicos amigos, Esther relató tranquila su versión: "Los conocí en la calle, me dieron pena y les bajé unos bocadillos. Son muy pequeños, ninguno es mayor de edad. Como no tienen tele -son okupas-, venían a verla a mi casa y yo les daba de comer. Todo fue bien, hasta que un día noté que robaban pequeñas cosas de la casa y decidí cortar la situación".

"Cada vez me pedían más", continúa explicando la joven, "y cuando yo decidí pasar de ellos se lo tomaron mal y empezaron a molestar a todo el mundo. Siempre les he tenido cierto miedo, o respeto, por las pintas que llevan y por las historias que cuentan. Pero son simpáticos y no me caen mal. No creo que los vecinos se estén inventando nada, yo conozco al grupo, les he oído contar muchas cosas y no me extraña nada. Sé que robaron en la farmacia y otras cosas. La verdad es que me da miedo hablar de ellos. No pienso decir ni dónde viven ni cómo se llaman ni nada, quiero que me dejen en paz. Yo nunca he querido hacer daño a nadie. Todo lo contrario, sólo quería ayudar".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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