El KGB quemó los restos de HitIer en 1970
La operación Mito quería evitar que la tumba se convirtiera en un fetiche neonazi
En la noche del 4 al 5 de abril de 1970, un comando de cinco oficiales de los servicios secretos soviéticos (KGB) desenterró, trasladó y quemó los restos del dictador nazi Adolf Hitler, su amante Eva Braun, el ministro de Propaganda del Reich Joseph Gclebbels, su esposa Magda y sus seis hijos, muertos todos ellos en el búnker de la Cancillería en Berlín, el 30 de abril de 1945. Así se desprende de documentos secretos soviéticos, con los que el semanario . alemán Der Spiegel reconstruye, en el ejemplar que aparece hoy, las peripecias de los cadáveres de Hitler y su entorno, que acabaron quemados en las cercanías de una guarnición soviética en Magdeburgo, en la desaparecida RDA.Según esta investigación, el entonces jefe del KGB y posterior máximo dirigente soviético, Yuri Andrópov, recibió la información de que los cadáveres de Hitler y los suyos se encontraban enterrados desde febrero de 1946 en un cuartel de las tropas soviéticas en Magdeburgo. Hitler se pegó un tiro, su amante se envenenó y el matrimonio Goebbels también se suicidó, tras haber asesinado a sus seis hijos con una inyección letal. Ante el temor de que esos restos fuesen descubiertos y pudiesen un día convertirse en motivo de veneración para nostálgicos nazis, en un fetiche fascista, Andrópov propuso en un documento escrito de puño y letra al entonces dirigente de la Unión Soviética, Leonid Bréznev, la exhumación e incineración de lo que quedaba del dictador nazi y las otras personas que murieron con él en el búnker de Berlín.
El periodista ruso Lev Besimenski, muchos años corresponsal en Bonn, investigó para el semanario alemán el recorrido de los cadáveres de un lado para otro en lo que los servicios secretos soviéticos llamaron Operación Mito. El periodista se vío obligado a sostener durante años la versión de que Hitler se envenenó, porque la propaganda consideraba que esta muerte era más denigrante que la de pegarse un tiro.
Según el reportaje de Der Sigiegel, el dictador sovético lósif Stalin nunca estuvo convencido del todo de la muerte de Biter. Por eso, los principales testigos de la muerte de Hitler capturados por los soviéticos al final de la II Guerra Mundial sufrieron en la Operación Mito encarcelamiento, interrogatorios interminables, torturas y hasta 10 años de internamientos en campos de concentración soviéticos, para comprobar los datos de la muerte del Führer.
La proximidad del cincuentenario del final de la guerra ha provocado en Alemania una oleada de publicaciones y reportajes sobre los últimos días del Tercer Reích. Ayer por la noche, en la segunda cadena de la televisión pública alemana (ZDF), estaba prevista la aparición de una de las secretarias de Hitler, Traudl Junge, quien con más de 70 años rompe por vez primera su silencio. Relata Traudl cómo se despidió de ella Eva Braun y escuchó el disparo con que Hitler se suicidó, mientras tenía en sus brazos a uno (de los hijos de Goebbels, Helmut, quien al oír el ruido comentó que ése había sido un impacto certero. Poco después sus padres asesinaron al niño con sus hermanos. El matrimonio Goebbels se negó a que las sirvientas se hiciesen cargo de los niños, porque no veían para ellos futuro alguno.
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