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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Se aleja la Gran Serbia

LA RESOLUCIÓN del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de cambio del mandato y el nombre de la operación de las tropasde cascos azules en Croatia es sin duda un éxito del Gobierno de Zagreb y un serío reves para la política de las fuerzas serbias, que ocupan cerca de un tercio de su territorio. Desde el verano de 1991, en que, apoyadas por el Ejército serbio-montenegrino, entonces aún nominalmente yugoslavo, se hicieron con -el control militar de las regiones croatas de la Krajina y Eslavonia oriental y crearon la llamada República Serbia decrajina, con capital en Knin, las fuerzas serbias habían logrado hacer del paso del tiempo su aliado.Con las fuerzas de protección de la ONU integradas en un mando, un nombre y un único mandato en, Croacia, Serbia y Bosnia, habían logrado que se ignoraran oficialmente las fronteras internacionales de Croacia y BZ)snia. Y la presencia de los cascos azules servía como protección para las conquistas serbias, para el reforzamiento de una Administración serbia y la culminación de la limpieza étnica. Es decir, todo lo contrario de lo previsto hace tres años, cuando se decidió el despliegue de las tropas internacionales que debían facilitar el regreso de los refugiados a sus hogares y el desarme de los grupos paramilitares.

Con el nuevo mandato, los cascos azules patrullarán las fronteras de Croacia con Bosnia y Serbia, dando así el reconocimiento práctico, de las fronteras que no había seguido al oficial. Es lógico, por tanto, que Knin haya considerado inaceptable la resolución, Es un paso que los aleja de la Gran Serbia por la que han luchado, al igual que la de Pale en Bosnia El presidente de Serbia, Slobodán Milosevic, que los lanzó a esta guerra y marcó los objetivos, ha cambiado sus prioridades hace ya meses y parece tentado por ofertas de los mediadores del Grupo de Contacto (Esta dos Unidos, Rusia, Alemania, Francia y Reino Un¡ do) para presionar a los serbios de Croacia a aceptar la permanencia de este territorio bajo soberanía de Zagreb a cambio de un levantamiento total de las san ciones internacionales impuestas contra su régimen.

La presencia de cascos azules en las fronteras internacionales de Croacia con Bosnia y Serbia no podrá impedir, como no lo hacen los monitores internacionales en la frontera entre Serbia, y Bosnia, que se mantenga cierto nivel de suministros del régimen de Belgrado a tropas y población civil en estas regiones. Aunque Milosevic tuviera voluntad real de cortar estos suministros, lo que es muy dudoso, tendría graves dificultades en que sus propias fuerzas le obedecieran en lo que consideran una traición a los hermanos serbios en Croacia y Bosnia.

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Pese a las ventajas que facilitaron los fulgurantes avances realizados en los dos primeros años de guerra, el proyecto de la Gran Serbia ha quedado atascado y comienza a sufrir sus primeros retrocesos. La prioridad concedida por Milosevic al objetivo de cierta reintegración de Serbia en el concierto de naciones en Europa explica esta situación. Por eso es un buen momento para una presión que fuerce el reconocimiento por Belgrado de la integridad territorial de Bosnia y Croacia. La, aprobación de una autonomía para los serbios en Croacia y del plan de paz en Bosnia por parte de Pale serían los siguientes pasos en el mejor de los casos. La alternativa es la guerra, pero el hecho de que ésta haya dejado de ser hace tiempo un paseo triunfal para los serbios aumenta las posibilidades de la negociación.

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