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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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¿Es bueno que tantos jóvenes quieran ser periodistas?

Juan Arias

En España los sondeos siguen dando mayor credibilidad a los operadores de la información que a los políticos. Quizá por ello esté creciendo el número de chicos y chicas que se inscriben en las facultades o en los cursos de posgrado de periodismo. En este momento, en España hay nada menos que 20.300 estudiantes en las diversas facultades de Ciencias de la Información, de los que 4.461 se han matriculado en el curso 1994-1995, según datos oficiales.Ha habido ya varios lectores que se han dirigido a este departamento consultando si debían o no estimular en sus hijos el deseo de hacerse periodistas. Se preocupan los padres no sólo por las dificultades que sus hijos podrían tener para encontrar trabajo, sino por saber también si dicha profesión puede resultarles "interesante y apreciada por la sociedad", como preguntaba la madre de una joven de Barcelona.

Precisamente el lunes pasado, este Defensor del Lector, junto con su homólogo del diario La Vanguardia, de Barcelona, Roger Jiménez, sostuvo un debate en Pamplona con 400 alumnos de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Navarra, en la que actualmente estudian más de mil alumnos para futuros informadores.

A ellos les agradezco desde aquí su masiva, atenta y activa participación en el debate, al igual que su preocupación por el problema de la ética en la información y por el rechazo de cierto periodismo exclamativo o gritado.

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Recogiendo en parte algunos temas de aquél encuentro y las conversaciones con algunos alumnos y profesores al margen del debate, me gustaría sintetizar algunas ideas básicas que puedan servir para el diálogo que este departamento ha abierto con los lectores y como respuesta a quienes me han interpelado sobre la oportunidad de aconsejar o no a los jóvenes el ingreso en las facultades de periodismo.

Antes de nada desearla manifestar algunas perplejidades y temores respecto a la atracción que despierta hoy en España el periodismo. La primera es que pueda pensarse que este oficio signifique emprender una carrera llena de aventuras, fácil y tremendamente divertida.

Existe el peligro en algunos de esos jóvenes me lo ha apuntado más de un profesor de periodismo- de creer que se pueda conseguir con facilidad, sin esfuerzo y hasta sin excesivas dotes, la fama de algunas de las estrellas del periodismo actual. Cuando lo cierto es que el periodismo, en su mayoría, está amasado de trabajo duro, con muchas horas ante la pantalla de un ordenador, de mucha responsabilidad, oscuro, a veces anónimo y con frecuencia poco reconocido. 0 que pueda imaginarse que a un periodista le sea permitido todo, que su carné constituya una patente de corso para decir o escribir lo que se le antoje, aun a costa de cargarse la reputación del prójimo.

Pasión por el periodismo

Por otro lado, me gustaría recordarles a nuestros lectores algunas cosas que debería tener presente un joven antes de aventurarse en la carrera periodística. Como las siguientes:1. Que los periodistas no deberían olvidarse de que los verdaderos propietarios de la información no son ellos, sino los ciudadanos, a quienes la Constitución les otorga el derecho a ser informados. Y que sólo de ese derecho le nace al periodista también el derecho y el deber de informar a la sociedad.

2. Por eso mismo, el periodista no es otra cosa que un, intermediario entre los ciudadanos y la información, no un guru, ni un hechicero. Es un ciudadano como los demás ante la ley, con los mismos deberes. Porque, si un ciudadano no puede insultar, mentir o calumniar impunemente a otro ciudadano, tampoco puede hacerlo el periodista. Aunque, en virtud del deber que tiene de informar, se le. deben garantizar algunos instrumentos necesarios para poder desempeñar dicho deber sin trabas, como la defensa del secreto profesional para defender sus fuentes, la objeción de conciencia y el derecho a desenmascarar las fechorías de los poderes cuando se corrompen y atentan contra el bien de la colectividad.

3. Que el oficio del periodista es enormemente digno y desempeña una función insustituible en cualquier democracia. No en vano las dictaduras lo primero que hacen es cerrar los diarios libres e independientes. Porque no existe democracia sin libertad de prensa. Por eso, personalmente, prefiero un mal periódico a la ausencia de periódico, y nunca he conseguido alegrarme cuando se ha cerrado un diario aunque no fuese de mi gusto. Y no es posible olvidar que, en estos mismos días, decenas de periodistas siguen siendo amenazados y hasta asesinados en varios lugares del mundo por el único delito de cumplir con su deber de informar.

4. Que en el noble oficio de informador, como afirma Neville Keerj, representante de la Comisión Europea para los problemas de la información, la ética debe consistir "en el respeto por los fiechos". De ahí el que Dominique Wolton, director del Laboratorio de Comunicación y Política de París, haya afirmado que, "mientras que en muchas partes del mundo aún no se ha conquistado la libertad de prensa, en Europa la urgencia mayor es la de proteger a los ciudadanos de algunos excesos de dicha libertad". Y pone tres ejemplos concretos: el poco respeto a la verdad de los hechos, la falta de controles en la publicación de las noticias y el desprecio por el honor de la gente.

5. En este sentido se ha expresado Juan Luis Cebrián, fundador y primer director de este diario, cuando escribe: "El Libro de estiló de EL PAÍS explicita que los rumores no son noticia.. Resultan, en cambio, el vehículo adecuado de la inquina y la difamación ( ... ). Frente a la calumnia, rigor informativo, honestad de juicio, identificación de fuentes, imparcialidad de criterio, profusión de datos, concreción sobre los hechos, pluralidad de opiniones. En suma, respeto al lector o al oyente".

6. Ese "respeto por los hechos", que es fundamental en el periodismo, hace que el informador, siempre que le sea posible, deba estar presente donde se produce la noticia, para contarla en primera persona. Si Robert Capa ha afirmado que 11 no hay fotos bonitas ni feas, sino sólo fotos tomadas de cerca o de lejos", lo mismo se puede decir que no hay informaciones buenas o malas, sino "escritas cerca o lejos de los hechos". Un gran profesional del periodismo anglosajón solía decir que el verdadero reportero se forja asistiendo a los funerales de pueblo para informar no sólo acerca de los que asisten a ellos y con qué actitud lo hacen, sino también de los ausentes.

7. Que un periodista que sea tal -que no se venda, que no trapichee con la información, que no haga sucios enjuagues con los poderes económicos o publicitarios- nunca se hará millonario, lo que no impide que pueda y deba vivir del periodismo con dignidad como en cualquier otra profesión.

8. Que es cierto que el oficio de periodista -a veces tan despreciado- puede ser una pasión, un dulce veneno, una tarea de las más vivas, porque te mantiene cada momento en contacto con la noticia, con la realidad cercana y lejana, con la complejidad de los hechos, con las miserias y las grandezas ' de la caravana humana. Pero, para Saber si un joven tendrá mañana ese gusano de la noticia, creo que la mejor prueba sería comprobar si puede pasar más de un día sin leer no uno, sino varios periódicos. Un aspirante a periodismo sin la pasión por la noticia es como el aprendiz a médico al que no le interesaran los enfermos, o el aspirante a novelista que aborreciera los libros.

¿Se intuye esta pasión por la noticia en esos miles de nuestros jóvenes estudiantes de periodismo? Si el Defensor del Lector debiera juzgar por las escasísimas cartas que recibe de los alumnos de dichas facultades, o por lo que le cuentan al oído algunos profesores, debería pensar que, desgraciadamente, no es así. Aunque, sinceramente, me gustaría equivocarme.

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