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Los Reyes visitan el museo de los célebres guerreros de terracota de Xian

"Es increíble, impresionante, qué gran hallazgo arqueológico". Doña Sofía no salía de su asombro al ver las 11 columnas de guerreros de terracota, de tamaño natural, bajo un enorme hangar a unos 40 kilómetros de Xian, la antigua capital imperial de China. "Hay muchos, muchísimos", proseguía la Reina, atónita. "¿Qué harán si encuentran más? ¿Ampliarán el edificio que los protege?", preguntó.

La excavación de unos pozos por unos campesinos permitió descubrir, hace 21 años, un auténtico ejército de terracota que desde hace 2200 años custodia la tumba del primer emperador de China, Qinshi Huang. Hasta ahora han salido a la luz unas 2.000 figuras, pero los arqueólogos sospechan que otras 4.000 están todavía sepultadas bajo tierra junto con el mausoleo del hombre que unificó China en el 221 antes de Jesucristo al tiempo que enterraba vivos a los discípulos de Confucio.A la pregunta de la Reina, los guías chinos dieron una respuesta decepcionante: no se encontrarán más guerreros porque no habrá más excavaciones. El mausoleo de Qinshi no será desenterrado. No han sido los guerreros que defienden la tumba ni las trampas que la protegen los que han disuadido a las autoridades chinas de seguir adelante. Han sido los impedimentos técnicos y el coste.

El historiador chino Zhang Zhongli, del museo de Xian, explicaba recientemente a un diario de Shanghai que la tecnología arqueológica de excavación y preservación dista mucho de poder acometer una obra de tal envergadura. Antes de ponerse a excavar sería necesario construir un edificio de 87 metros de alto y con una bóveda de 700 para proteger los hallazgos de la intemperie. Y ni siquiera así se estaría seguro de preservarlos adecuadamente, añadía Zhang. El emperador podrá, por tanto, continuar descansando en paz.

Demasiadas visitas

Podrá seguir reposando si no se multiplican las, visitas como la que efectuaron los Reyes y su séquito. Todo aquello que estaba prohibido hacer en el museo dejó ayer de estarlo. Los fotógrafos de prensa y la comitiva real pudieron hacer fotos sin parar aunque la luz de los flashes deteriora, al parecer, los escasos colores que les quedan a los guerreros. Algún miembro de la delegación se permitió incluso fumar. La pareja real y sus acompañantes hasta tuvieron el privilegio de bajar a un palco situado a un par de metros de las figuras,

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Fueron la envidia de los turistas que no pueden. acercarse tanto a los guerreros y a los que la Seguridad del museo no permitió hacer fotos. Nada rencorosos, algunos visitantes, que no eran españoles, aplaudieron a los Reyes y gritaron "¡Viva España!". Al ministro de Asuntos Exteriores, Javier Solana, una mujer con acento argentino le gritó que se sacase las manos de los bolsillos porque "queda muy feo".

El entusiasmo del público había sido, sin embargo, más demostrativo horas antes en las puertas del Museo Provincial de Shaanxi, donde un grupo de turistas navarros y catalanes aplaudió a rabiar a la pareja real. En el séquito abundaban las bromas sobre lo bien que había organizado el embajador de España en Pekín, Juan Leña, la clac para dar la bienvenida a los Reyes.

En medio de tantas colecciones de cerámica, terracota y bronce, don Juan Carlos estaba orgulloso de haber logrado que las autoridades chinas proporcionasen una hembra para Chulín, el joven panda del parque zoológico de Madrid, producto de la unión entre una pareja de osos que el Gobierno chino regaló a los Reyes en 1978. Preguntó si la prensa se había hecho eco de la noticia y pareció aliviado cuando supo que sí.

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