El príncipe de Gales, Major y Hurd destacan en un debate la "importancia" posimperial del Reino Unido
El príncipe de Gales, el primer ministro británico, John Major, y el ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, coincidieron ayer en resaltar la "importancia" posimperial de un país que cuenta con unas sólidas Fuerzas Armadas, un idioma que se ha convertido en la más eficaz herramienta de comunicación internacional y unas relaciones privilegiadas con el resto del mundo como consecuencia de su presencia en numerosos foros. El príncipe dio con la frase esencial al señalar que "Gran Bretaña debe colocar el Gran, en su sitio".
¿Ha dejado el Reino Unido de ser un país esencial en el equilibrio internacional de fuerzas? ¿La pérdida del imperio y la superación. de la guerra fría ha dejado definitivamente fuera de juego a una nación que mantiene intactas sus aspiraciones de liderazgo internacional? La respuesta a estas preguntas -lamentablemente afirmativa- puede estar clara fuera de las fronteras del Reino Unido, pero dentro, el tema genera suficiente debate como para que una institución como el Real -Instituto de Asuntos Internacionales, que celebra su 75º aniversario, se haya decidido a consagrarle una conferencia en Londres, a la que asistieron ayer numerosas personalidades nacionales y extranjeras.El príncipe, Major y Hurd reconocieron, sin embargo, que la moral del pueblo británico no está a la altura de las circunstancias. Mientras Major reiteraba la importancia para el Reino Unido de "mantener los lazos con la Unión Europea", Hurd insistía en la fuerza mineral -son "sólidas como una roca", dijo- de las relaciones con los Estados Unidos.
Hubo, desde luego, algún atisbo de visión crítica. Especialmente a cargo de Henry Kissinger, ex secretario de Estado. norteamericano, que no encontró tan clara la relación británica con la Unión Europea, y la de Peter Bonfield, presidente y director general de ICL, una multinacional en el terreno de la tecnología informática, que ofreció una visión menos dulce del panorama británico: el Reino Unido debe dejar de juguetear cuanto antes con el euroescepticismo.
Fue un pequeño tirón de orejas a Major, en una jornada repleta de autocomplacencia. Aunque también el príncipe de Gales se vio obligado a amonestar a sus súbditos por la pérdida de confianza en sus propias fuerzas.
Carlos de Inglaterra alabó instituciones que, como la sanidad y los servicios públicos, reciben críticas diarias de los medios de comunicación británicos. Las Fuerzas Armadas también son, a juicio del heredero del trono británico, uno de los grandes activos de un país al que urgió a "mantener las creencias, tradiciones y valores que han hecho del Reino Unido la envidia del mundo".
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