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¿Cambio en el cambio climático?

Es frecuente que las nuevas aproximaciones a problemas largamente debatidos en un campo científico vengan de personas procedentes de otros, menos influidas por el modo convencional de intentar solucionarlos, con una mirada más fresca y provistos de otros instrumentos de análisis. Eso es lo que podría ocurrir con la controvertida pregunta acerca de si estamos ya inmersos en un cambio climático provocado por la actividad humana o, por el contrario, no hay más cambios que los asociados a la variabilidad climática natural.Hasta ahora, el análisis se había concentrado en la medida de la temperatura promedio del planeta y en el acopio de datos que permitieran reconstruir ese mismo-parámetro en el pasado. Tanto el carácter de la magnitud escogida, demasiado sujeta a fluctuaciones naturales, como la dificultad de remontarse a épocas lo suficientemente alejadas en el tiempo como para detectar un cambio de tendencia, han incidido en que no haya sido posible encontrar una respuesta científicamente inequívoca.

Ahora, un ingeniero eléctrico norteamericano, sin relación profesional alguna con la climatología, ha presentado un nuevo y prometedor punto de vista. En lugar de centrarse en el promedio mundial de temperaturas, D.J. Thompson ha estudiado el ciclo de las estaciones, lo cual requiere conocer datos climáticos detallados de un largo intervalo temporal, pero basta con los de algunos lugares, sin que sea necesario que la muestra se extienda al conjunto del planeta. Ahora bien, existen ciertos lugares, en ambos hemisferios, para los que el registro de temperaturas es detallado y antiguo, como por ejemplo en Inglaterra, donde se dispone de 340 años de información continuada y fidedigna.

El ciclo de las estaciones muestra una suave deriva, explicable en términos del cambio de orientación del eje de rotación terrestre, a la que, desde hace algo así como una cincuentena de años, se superpone otra que no puede tener el mismo origen. Pero el ritmo con que se suceden las estaciones es el resultado del balance entre el calentamiento producido por el sol y la difusión de ese calor a través de la atmósfera; y las modificaciones observadas, especialmente las diferencias entre lo que ocurre en los hemisferios norte y sur, parecen responder exactamente a la existencia de un efecto invernadero en la atmósfera por encima de su valor natural. Este resultado, preliminar y sujeto a escrutinio por parte de los expertos, puede inducir un cambio en el difícil análisis del clima y sus variaciones, de modo que consigamos entenderlo mejor, pareciendo indicar, desgraciadamente, que las temidas modificaciones en el balance energético global del planeta se están produciendo ya. Es algo bastante plausible, aunque no definitivo. Me gustaría hacer, al respecto, algunas consideraciones triviales:

1) Convendría que todos, gobiernos y ciudadanos, fueran tomando seriamente en consideración los resultados de este tipo de investigaciones, y actuaran en consecuencia por muy molesto que sea. Desafortunadamente, no parece que ello sea así a la vista del poco vigor con que se están tomando medidas para disminuir las emisiones de CO2 a la atmósfera.

2) Convendría que se tomaran en consideración todos los datos y conclusiones. Con frecuencia se actúa con falta de honradez seleccionando únicamente una parte de la evidencia científica, la que interesa a cada cual, olvidando el resto, especialmente si se está movido por una convicción visceral más que racional. Ello es especialmente importante en asuntos no completamente cerrados, cuya conclusión es todavía incierta.

3) Convendría ser realista en las opciones defendidas. No es posible volver atrás en el tiempo ni el mundo se reduce a un puñado de países ricos. El hecho cierto es que la mayoría de la población mundial padece de escasez generalizada, también de energía.

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